viernes, 21 de agosto de 2009

LOS NIÑOS Y LA SANTA CENA

¿En algunas de nuestras iglesias, a los niños que no son bautizados se les permite participar en las ceremonias del lavamiento de pies y la Santa Cena. Esta práctica ¿está apoyada por la Biblia?


Si está pidiendo un pasaje bíblico que clarifique sin ambigüedades su preocupación, la respuesta es no. Muchas preguntas teológicas solo pueden ser correctamente abordadas al examinar principios bíblicos que se les aplican, o por medio de un estudio de las enseñanzas bíblicas acerca de un tema en particular. Su pregunta requiere la última aproximación.

1. Las ceremonias presuponen el bautismo: Como sabe, el bautismo simboliza que hemos roto con una vida de pecado, hemos confesado públicamente a Cristo como Señor y Salvador, y nos hemos unido a la comunidad de creyentes como el cuerpo de Cristo. El servicio del lavamiento de pies asume que hemos experimentado el lavamiento completo del cuerpo en el bautismo (Juan 13:10; ver Heb. 10:22). De acuerdo con Pablo, los que participan de la Santa Cena son miembros del cuerpo de Cristo, la comunidad del nuevo pacto: "Hay un solo pan del cual participamos todos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo" (1 Cor. 10:17, NVI; ver 11:25). Es la comunidad de la fe, los que ya han experimentado el poder salvador de la sangre de Cristo, que ahora se reúne para partir el pan y beber el vino de la comunión con el Señor resucitado.
Los adventistas practicamos la comunión abierta: todos los que han comprometido su vida al Salvador, independientemente de su filiación eclesiástica, pueden participar cuando están de visita durante la celebración de las ceremonias. Dado que las ceremonias son celebradas por la comunidad de creyentes, su celebración no debería ser simplemente definida como una ceremonia familiar.
La Pascua era básicamente un rito familiar, pero la Santa Cena es una celebración familiar solo en el sentido de que la iglesia, como la familia de Dios, se reúne en obediencia al Señor para participar de los emblemas de su muerte sacrificial.
2. Las ceremonias presuponen una comprensión de su significado simbólico. La frase "Haced esto en memoria de mí" (Luc. 22:19) es integral a la celebración de las ceremonias y requiere una clara comprensión de la muerte de Cristo (1 Cor. 11:24, 25). Los símbolos señalan el cuerpo partido y la sangre derramada de Cristo como nuestro único medio de expiación. A través de ellos, conmemoramos y refrescamos en nuestra mente el glorioso acto redentor de Dios en Cristo. Las ceremonias también expresan nuestra constante necesidad de la gracia purificadora del Señor durante nuestro caminar posbautismal con él. Finalmente, señalan la celebración futura de la Cena con el Señor, en su Reino de gloria.
La esperanza del advenimiento es encarnada en las ceremonias y es mantenida viva en nuestro interior cuando participamos de ellas. Los que participan de estos ritos sagrados deberían tener una clara comprensión de su mensaje salvador.
3. Aspectos prácticos de la celebración de las ceremonias. Los padres y los líderes de la iglesia son responsables de instruir a los niños acerca de la importancia y la santidad de las ceremonias. Los niños que hayan captado el significado del poder salvador de la muerte de Cristo están listos, no solo para participar de las ceremonias, sino también para ser bautizados. En otras palabras, en lugar de permitirles participar de las ceremonias antes de ser bautizados, (bautícenlos! Que se unan con nosotros a la mesa del Señor.
Esto requiere un nivel de madurez cronológica y espiritual que permita a los niños tomar una decisión adecuada, bajo la guía de sus padres. Los niños generalmente quieren hacer lo que ven que hacen sus padres, aun cuando no estén listos para hacerlo por sí mismos. Deberíamos enseñarles que la gratificación instantánea no siempre es correcta; algunas veces, es mejor esperar. La espera podría ser una lección maravillosa en su crecimiento emocional, la formación del carácter y la expectación espiritual.
Luego de haber dicho esto, aconsejo a padres y líderes eclesiásticos que hagan de la celebración de las ceremonias un evento significativo para los niños, mientras esperan el momento en que se puedan unir completamente a esta celebración. Por ejemplo, en los lugares en que se consiguen fácilmente uvas, se podría dar varios granos a los niños en el momento en que es servido el jugo a sus padres. Háganlos sentir bienvenidos en este servicio sagrado a medida que crecen en su comprensión de su significado y estén listos para participar en él.
Ángel Manuel Rodríguez

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