miércoles, 13 de abril de 2011

RELIGION Y ATEISMO FUNDAMENTALISTA CARA A CARA.

En un sermón, hice una referencia muy de paso al científico ateo Richard Dawkins. No creí que la audiencia retendría el nombre, por lo que me sorprendí cuando al finalizar se me acercó una joven para hablar acerca de lo que yo había mencionado en escasos diez segundos y me dijo: “Tengo un amigo que está leyendo a Dawkins y está muy impresionado. ¿Usted sabe de alguna persona que haya contestado sus planteamientos o algún libro que yo pueda recomendarle?
“Alister McGrath”, le contesté y ella lo apuntó. “El título de su libro es The Dawkins Delusion?”.1
McGrath –un ateo convertido al cristianismo– recibió su doctorado en biofísica molecular en Oxford; su libro presenta una respuesta magistral a Dawkins. Este artículo tiene que ver con la respuesta de McGrath a Dawkins e incluye mis propias críticas. La idea inicial de este ensayo surgió al escuchar a McGrath contestar a Dawkins durante una conferencia en Cambridge, Inglaterra, en abril de 2007. ¿Cuál es la postura de Dawkins?
Escupiendo veneno
El título del libro de Dawkins El espejismo de Dios2 lo dice todo. Desde el prefacio, pone sobre la mesa las cartas, para que las podamos ver: “Si este libro cumple el propósito que tengo en mente, los lectores religiosos serán ateos cuando concluyan su lectura” (Dawkins, p. 28 –de aquí en adelante abreviado D.).
Tan presuntuoso pronóstico nos produce un escalofrío. ¿Con qué temas potencialmente destructivos para mi fe me encontraré? Pero luego, quizás para protegerse del fracaso total, Dawkins añade una advertencia burlona: “Por supuesto, las mentes intransigentes de creyentes fanáticos son inmunes a los argumentos; su resistencia fue construida durante años, comenzando con el adoctrinamiento infantil” (D., p. 28).
En el capítulo 2, este profesor de ciencias de Oxford llega rápidamente a su blanco: “Se puede argumentar que el Dios del Antiguo Testamento es el personaje más desagradable de toda las obras de ficción [palabras muy duras]: celoso y orgulloso de serlo; un ser mezquino, injusto, que no perdona y está obsesionado con el control; un limpiador étnico vengativo y sediento de sangre; un matón malévolo misógino, homófobo, racista, infanticida, genocida, filicida, productor de pestilencias, megalómano, sadomasoquista y caprichoso” (D., p. 51).
Según Dawkins, la mayor parte de los problemas del mundo se deben a que seguimos ciegamente este y otros dioses, productos de la imaginación humana. Como John Lennon, se atreve a soñar con “un mundo sin religión”. Sería un lugar “sin terroristas suicidas… sin Cruzadas, sin cacerías de brujas… sin guerras israelí-palestinas, sin masacres serbio-croatas-musulmanas, sin persecución de los judíos… sin evangelistas de televisión con trajes brillantes y peinados llamativos estafando financieramente a personas ingenuas” (D., pp. 23, 24). Pero es interesante que Dawkins ignora las masacres de incontables millones de personas realizadas por ateos como Adolf Hitler y Joseph Stalin.
Enfatiza que los inteligentes no se inmiscuyen en temas religiosos, ¡y menos aún los científicos! “Los grandes científicos que profesan una religión sobresalen por su rareza y son objeto de divertidas perplejidades para sus colegas de la comunidad académica” (D., p. 125). También dice que en una oportunidad le preguntó a Jim Watson, “el genio fundador del Proyecto Genoma Humano”, si conocía muchos científicos religiosos hoy en día. Watson respondió: “Prácticamente ninguno” (D, pp. 125, 126).
Sin embargo, en respuesta a esta afirmación, McGrath señala que el mismo año que se publicó El espejismo de Dios (2006), “Owen Gingerich, un astrónomo reconocido de Harvard, publicó God’s Universe, en el cual declara que ‘el universo fue creado con una intención y un propósito, y esta creencia no interfiere con los emprendimientos científicos’. Francis Collins publicó su libro ¿Cómo habla Dios? en el cual argumenta que el orden maravilloso de la naturaleza señala a Dios como creador, siguiendo líneas similares a las tradicionales de la concepción cristiana… [Y] el cosmólogo Paul Davies publicó su libro Goldilocks Enigma, en el cual sostiene que es necesaria la existencia de un ‘calibraje fino’ en el universo” (McGrath, p.42 – de aquí en adelante abreviado M.).
“La agenda oculta de El espejismo de Dios”, es según McGrath que, “el ateísmo es la única opción para la persona seria, progresista y razonadora” y que la experiencia religiosa está “asociada con actividad cerebral patológica” (M., pp. 33, 66). El evangelio para Dawkins es ficción (D., p. 123) y realiza un llamado a las generaciones futuras que aún tienen que decidirse en el plano espiritual: “Puedes ser una ateo feliz, equilibrado, con principios morales e intelectualmente satisfecho” (D., p. 23).
Es un esfuerzo consciente y calcu-lado de parte de Dawkins, que McGrath cataloga como una “lucha de proporciones gigantescas en contra de la religión” (M., p. 51). De acuerdo a McGrath, Dawkins ve a la ciencia y a la religión como “enfrentadas en una batalla a muerte. Sólo una puede salir victoriosa, y tiene que ser la ciencia” (M., p. 46). La meta de Dawkins es, según McGrath, “la destrucción cultural e intelectual de la religión” (M., p. 24). El blanco de su ofensiva es matar y terminar de una vez y para siempre con el cristianismo.
El tendón de Aquiles de Dawkins
El espejismo de Dios no es un libro corto. Sus 480 páginas contienen una serie de alegatos y acusaciones que sería imposible contestar en forma detallada en este artículo. Con esto en mente, me gustaría centrarme en lo que considero es el tendón de Aquiles de todo el marco de pensamiento de Dawkins.
En el resumen de seis puntos del capítulo “Por qué probablemente no existe ningún Dios”3 (según me parece es el capítulo clave del libro), quizás el primer punto de Dawkins sintetiza el asunto central del libro: “A través de los siglos, uno de los mayores desafíos para el intelecto humano ha sido explicar la aparición improbable y compleja del diseño en el universo”.4
¿Cómo trata Dawkins este desafío básico? Este es el asunto central. Hay dos razonamientos creacionistas que le preocuparon: (1) el argumento de la improbabilidad y (2) el argumento de la complejidad irreducible.
1. Improbabilidad. Dicho clara y simplemente, el argumento de la improbabilidad sugiere que la complejidad que vemos dentro y alrededor de nosotros requiere que haya una inteligencia superior. O parafraseando lo que el propio Dawkins dice (citando a Fred Hoyle) que la probabilidad de que la vida se originase en la tierra por sí sola es igual “a la probabilidad que tendría un huracán arrasando un depósito de chatarra, de montar un Boeing 747” (D., pp. 137, 138).
Aunque aparentemente estos argumentos son convincentes, Dawkins dice que están hechos solo para aquellos que no saben nada acerca del proceso de selección natural (D., p. 138).
Dawkins alega citando a Daniel Dennett –a quien describe como un “filósofo avezado en ciencias” que no es necesario “un ser grande e inteligente para fabricar un objeto menor”. Los no entendidos intentarían defender su posición respecto al diseño inteligente diciendo que “nunca verás a una herradura haciendo un herrero” o “una tinaja haciendo un alfarero”. Pero Dawkins dice con mucha confianza: “el descubrimiento de Darwin de un proceso que es contra-intuitivo, es lo que hace que su contribución al pensamiento humano sea tan revolucionaria”.5 ¡Increíble!
Aunque sea una explicación que escapa a toda lógica, lo que están presentando aquí Darwin, Dennett y Dawkins es que ¡una herradura puede, realmente, hacer herreros! ¡ Este es un pensamiento realmente extraordinario!
¿Y cómo sucede esto? No por casualidad (Dawkins detesta esa palabra) sino por selección natural (ver D., p. 145). Para él “la selección natural es la grúa campeona de todos los tiempos. Ha levantado la vida de la simplicidad primitiva a las alturas vertiginosas de la complejidad, la belleza y el aparente diseño que nos deslumbran” (D., p. 99). El resultado de este argumento es que debido a que la selección natural es responsable por todo lo que vemos a nuestro alrededor “Dios… es un espejismo” (D., p. 52). Esta lógica aturde la mente y lleva a que la gente abandone el sentido común.
2. Complejidad irreducible. La complejidad irreducible, que se hizo popular con el libro de Michael J. Behe La caja negra de Darwin6, sugiere que aun las formas de vida más simples que conocemos hoy en día tienen componentes entrelazados e interdependientes que son demasiado complejos para haber evolucionado paulatinamente por casualidad o selección natural. En este sentido, incluso Darwin señaló al ojo como una estructura que presentaba varios desafíos a este problema y Dawkins repite las palabras del maestro en su libro: “Parece absurdo –lo confieso espontáneamente– suponer que el ojo, con todas sus inimitables disposiciones para acomodar el foco a diferentes distancias, para admitir cantidad variable de luz y para la corrección de las aberraciones esférica y cromática, pudo haberse formado por selección natural” (D., pp. 148, 149). Es una observación extremadamente convincente, pero Darwin, con su secuaz Dawkins, le encontraron una vuelta. Según Dawkins, la declaración de Darwin era apenas un “recurso retórico” para logra que sus opositores se acercaran a él de forma que les pudiese propiciar un puñetazo más fuerte. Y según Dawkins este consistía en “la explicación sencilla de Darwin acerca de cómo el ojo evolucionó en etapas graduales” (D., p. 149).
La propia explicación de Dawkins acerca de esta hazaña consiste en volver a una parábola que usó en un libro anterior llamado Climbing Mount Improbable.7 Allí se imagina una montaña con un acantilado perpendicular de un lado que es “imposible de ser escalado”. Pero “del otro lado hay una pendiente suave hacia la cumbre. En la cima se encuentra un dispositivo tan complejo como un ojo”. Los propulsores del diseño inteligente sugerirían que tal complejidad “se podría armar sola”8 pero esa es una “idea absurda”, dice él, porque eso sería como “saltar desde el pie hacia la cima de un salto” (D., p. 147). Sin embargo, Dawkins sugiere que la evolución, en lugar de elegir el lado acantilado, sigue el camino indicado. “Va por el lado posterior de la montaña y se arrastra hacia la cima por la ladera suave. ¡Muy fácil!”
Por lo tanto la imagen que nos pinta Dawkins consiste en una gran cantidad de materias primas (¡como que nosotros supiésemos de dónde salieron todas estas cosas!) que lentamente van ascendiendo el “monte improbable”, y cada una llega en cierto momento a su máximo estado de complejidad para luego, de alguna forma, unirse con otras unidades complejas para ¡formar entidades vivientes, funcionantes y simples! Quizás impresionado por la fantasía de esta explicación, Dawkins dice que “si la complejidad irreducible genuina pudiese ser propiamente demostrada, destruiría la teoría de Darwin” (D., p. 151, cursiva agregada).
Pero la complejidad irreducible no necesita ser demostrada, es una realidad. Y es difícil imaginar por qué alguien quisiera sustituir la simple afirmación bíblica “En el principio creó Dios…” (Gen. 1:1) con la especulación irracional de Dawkins.
Mi conclusión
La época en que vivimos se caracteriza por una serie de ataques a Dios, la Biblia y todos los conceptos religiosos como por ejemplo las obras de D. Bennett (Breaking the Spell, 2006)9, D. Mills (Atheist Universe, 2006)10 y C. Hitchen (God Is Not Great, 2007).11
Hace poco entablé conversación con alguien que asistía al mismo congreso que yo. Antes de despedirnos me entregó un folleto sobre un libro escrito por un tal Bob Avakian titulado Away With All Gods! 12 Es una verdadera campaña en contra de Dios y la mayor parte está relacionada a una filosofía pseudo-científica. Sería fácil que abandonásemos el campo de batalla, metiendo la cola entre las patas como perros asustados. Después de todo, muchos de nosotros no somos científicos y, si tú eres como yo, estás un tanto indeciso de penetrar sin ser invitado en esta tan protegida comunidad. Pero por el otro lado creo que como seres humanos libres de razonar, tenemos derecho a no inclinarnos frente al fundamentalismo ateo que es tan intolerante como su equivalente religioso.
Dawkins es un ejemplo de esta intolerancia. McGrath, quien es un científico, dice que Dawkins está ofreciendo “el equivalente ateo de una maligna predicación en donde sustituye la retórica y la manipulación altamente selectiva de hechos, por un pensamiento cuidadoso basado en la evidencia”. Es un “abuso de las ciencias naturales en favor del fundamentalismo ateo” (M., p. 11). Luego de una serie de programas televisivos de Dawkins en la BBC –que según McGrath fueron diseñados para convencer a los espectadores que la religión es la raíz de todos los males– “un compañero de trabajo en Oxford y científico ateo me dijo: ‘No nos juzgues al resto de nosotros en base a estas estupideces pseudo-intelectuales’” (M., p. 51).
Dos consideraciones antes de concluir:
1. Al igual que McGrath, yo no estoy de acuerdo con el uso selectivo de instituciones religiosas y personas, que realiza Dawkins, a fin de lograr su objetivo. McGrath sugiere que “Hay… en todos los movimientos, lunáticos marginales… Una de las características más sobresalientes de la polémica antireligiosa de Dawkins consiste en presentar lo patológico como si fuese normal, el borde como si fuese el centro y a los excéntricos como si fuesen el gran grupo de seguidores” (M., p. 22).
Sin embargo, es lamentable que sean los cristianos quienes le han provisto a Dawkins y a otros ateos, mucha pólvora para sus ataques. Por ejemplo, cuando Dawkins acusa la educación religiosa de los niños, puede presentar en forma convincente los abusos que indiscutiblemente han ocurrido dentro de ciertos ámbitos de educación cristiana. ¡Qué vergüenza debería darnos!
Por otro lado, los ateos británicos están recaudando fondos para empapelar los autobuses londinenses con posters que difundan sus ideas al decir: “Probablemente no haya un Dios. Ahora deja de preocuparte y disfruta tu vida”. Dawkins prometió donar una suma equivalente a la que se recogió para esta campaña, que representa unos nueve mil dólares. Ha habido una respuesta entusiasta de ciertos sectores del público británico. “Desparrama la noticia”, dijo un contribuyente entusiasmado, “y ¡descarta esta superstición sin sentido en el depósito de basura de la historia!”.13
Lo que más me irritó fue que esta campaña surgió como reacción a propagandas cristianas en esos mismos autobuses en que aparecía la dirección de un sitio de Internet en donde se condena a los no creyentes a una “eternidad en el tormento del infierno”.14 ¿No hubiera sido preferible que quienes pusieron esas propagandas cristianas se hubiesen esmerado en mantenerse fieles a lo que dice la Biblia respecto a este punto tan sensible?
2. Peter Medawar, un inmunólogo de Oxford laureado por un premio Nobel, aprieta la tecla exacta cuando dice que hay preguntas “trascendentes” que la “ciencia no puede responder, y que incluso ningún avance concebible de la ciencia le daría la información necesaria para responder”. Por ejemplo: “¿Cómo empezó todo? ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es la razón para vivir?” 15
Estas preguntas tienen que ver con la protología y la escatología. En la sección “El tendón de Aquiles de Dawkins”, hablamos brevemente acerca de la protología, que es el estudio de los orígenes (cómo llegamos aquí, etc.) y tuvimos una vislumbre del intento doloroso de Dawkins de resolver este problema. Aquí notamos cuán desolada es su escatología, lo que él mismo llama “el destino final de nuestro universo”. Dice así: “Nuestro universo puede estar destinado a expandirse indefinidamente, o puede estabilizarse en un punto de equilibrio, o la expansión puede revertirse y entrar en una contracción, terminando en la así llamada ‘gran implosión o gran colapso’” (D., p. 174).
¡Qué imagen más desoladora! Aún más si la expresamos en las palabras de Bertrand Russell, uno de los mentores filosóficos de Dawkins. Russell se imaginó que “la labor de todos los siglos, toda la devoción, toda la inspiración, toda la claridad del genio humano, están destinadas a la extinción en la vasta muerte del sistema solar”.16
¿Por qué aceptar esta perspectiva tan lúgubre en lugar de lo que la Biblia ofrece? Aquí está el contraste, presentado con toda elegancia por el profeta en Patmos:
“Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios, ataviada como una esposa hermoseada para su esposo. Y oí una gran voz del cielo, que decía: ‘El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor’... El que estaba sentado en el trono dijo: ‘Yo hago nuevas todas las cosas’. Me dijo: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’” (Apoc. 21:1-5, Reina Valera 1995).
Así lo resumo yo.
Roy Adams (Ph.D., Universidad de Andrews) es editor asociado de la Adventist Review. Este artículo fue publicado en dicha revista, en una versión algo distinta. Usado con autorización.
REFERENCIAS:
1. Alister E. y Joanna Collicutt McGrath, The Dawkins Delusion? (Downers Grove, Illinois: IVP Books, 2007). Aunque el libro tiene dos autores, todas las referencias en este artículo mencionan a Alister McGrath, como si fuese el único autor dado que en su libro los autores también lo han hecho así.
2. Versión en inglés: Nueva York y Boston: Houghton Mifflin Co., 2006. Versión en español: Madrid: Espasa-Calpe, S.A., 2007. Todas las referencias citadas en este artículo han sido traducidas del inglés por el traductor de este artículo. Las referencias de las páginas corresponden a la edición en inglés.
3. Ver Dawkins, pp. 188, 189.
4. Dawkins, p. 188. Cursiva añadida por el autor del artículo.
5. Citado en Dawkins, p. 142. Cursiva añadida por el autor del artículo.
6. Inglés: Nueva York: The Free Press, 1996. Español: Madrid: Editorial Andres Bello, 2000.
7. Nueva York: W. W. Norton & Co., 1996.
8. Los defensores del diseño inteligente no sugieren que la complejidad se “podría autoensamblar”, como sugiere Dawkins, sino que un ser inteligente es responsable del ensamblaje.
9. Inglés: Nueva York: Penguin, 2006. Español: Romper el hechizo. La religión como un fenómeno natural. Buenos Aires y Madrid: Katz Editores, 2007
10. Berkeley: Ulysses Press, 2006.
11. Nueva York: Twelve Hachette Book Group, 2007.
12. Chicago: Insight Press, 2008.
14. Ibíd.
15. Citado en McGrath, p. 39. La cursiva es del autor.

viernes, 8 de abril de 2011

LECCIONES SIGNIFICATIVAS QUE APOLOS NOS DEJO

Perteneció a la segunda generación de apóstoles. Un hombre con educación, un intelectual de su época. Se lo menciona raramente en el Nuevo Testamento, y sin embargo su influencia fue notoria en la iglesia primitiva.
Conozcamos a este Apolos. Hechos 18: 24-281 presenta a este joven judío como ciudadano de Alejandría, la segunda ciudad del Imperio Romano de ese tiempo y llamada así en honor a Alejandro Magno. La ciudad, hogar de muchos judíos inmigrantes, fue el lugar donde se realizó la traducción y producción de la Biblia Septuaginta. Alejandría fue un centro supremo del judaísmo, del helenismo y de la filosofía griega; un polo educativo con una biblioteca que albergaba más de novecientos mil libros.
Apolos era “un varón elocuente” (vers. 24), lo que sugiere que era un hombre altamente educado. Al haber sido instruido en las ciencias helenísticas, en filosofía y especialmente en retórica, no podía ser menos que elocuente. La retórica, disciplina principal de la filosofía en aquellos días, habilitaba a una persona para discutir convincentemente y presentar su pensamiento con claridad.
Apolos también era “poderoso en las Escrituras” (vers. 24), lo cual significa que conocía el Antiguo Testamento y podía interpretarlo correctamente. No fue un lector superficial sino que estudió las Escrituras en profundidad y de esta manera obtuvo un acabado conocimiento de sus verdades.
Fue contemporáneo de Filón de Alejandría, un famoso filósofo y teólogo judío que además de escribir comentarios sobre los libros del Antiguo Testamento, había desarrollado diferentes métodos de interpretación de las Escrituras, intentando armonizar la sabiduría de la filosofía helenística con la revelación de las Escrituras. Creía que todas las verdades de los filósofos griegos podían ser finalmente rastreadas hasta Moisés.
Se cree que Apolos fue discípulo de Filón. Conocía bien la filosfía helenística así como el Antiguo Testamento. Había recibido tanto la educación académica como la religiosa. De lo poco que sabemos de él por el libro de Hechos, podemos afirmar que fue un argumentador exitoso, estableciendo más allá de toda duda, la veracidad de las Escrituras. Su método probablemente incluía un razonamiento lógico y una presentación racional.
Un cristiano apasionado
No podemos precisar cuándo, pero en algún momento posterior a la dispersión del evangelio conocida como Pentecostés, Apolos se convirtió al cristianismo y fue “instruido en el camino del Señor” (vers. 25). Una vez que aprendió el tremendo significado del advenimiento de Cristo, le fue imposible permanecer en silencio. Llegó a ser un misionero apasionado que predicaba el evangelio dondequiera que iba: “fervoroso, hablaba y enseñaba lo concerniente al Señor” (vers. 25). Apolos sacó provecho de su conocimiento de las Escrituras y también de sus estudios en filosofía y retórica, cuando “refutaba públicamente a los judíos” (vers. 28). Se comprometió con el ministerio cristiano y dejó huellas de su entusiasmo en Acaya, Éfeso y especialmente en Corinto. En esa ciudad seguramente produjo un gran impacto, porque algunos de los cristianos de allí fueron llamados “de Apolos” (1 Corintios 1:12).
Algo muy significativo que no debe pasarse por alto es su humildad y deseo de aprender más. Aún siendo un erudito, con una educación formal elevada, estaba dispuesto a aprender más acerca de Jesús –su muerte y resurrección– a través de humildes creyentes como Aquila y Priscila, “quienes percibiendo que él no había recibido todavía toda la luz del evangelio, ‘le tomaron y le declararon más particularmente el camino de Dios’. Por su enseñanza adquirió una comprensión más clara de las Escrituras y llegó a ser uno de los abogados más capaces de la fe cristiana”.2
Aprendiendo de Apolos
¿Qué podemos aprender nosotros de la vida de este gran hombre cuya influencia en los albores de la iglesia cristiana nos será revelada en su totalidad recién en el cielo?
Primeramente, en nuestra búsqueda de conocimiento y en el afán de alcanzar la excelencia académica, no debemos dudar en anhelar una educación óptima. Al mismo tiempo, necesitamos tener en mente que la sabiduría humana no es el objetivo supremo. En vez de esto, debemos apuntar a buscar la sabiduría divina revelada en las Escrituras. Debemos permitir que ambas se unan y aglutinen como lo hicieron en el ministerio de Apolos. Los primeros educadores adventistas promovieron estos dos aspectos. Elena White escribió: “Dios ha dado a conocer su designio, a saber, que nuestro pueblo tenga oportunidad de estudiar las ciencias y al mismo tiempo aprender los requisitos de su Palabra”.3
La educación no es un objetivo en sí misma sino un medio para alcanzar un fin. Para los pioneros adventistas, la educación tenía su propósito en el servicio de la misión. Las primeras instituciones educativas de la iglesia fueron escuelas misioneras. Eran centros de entrenamiento para la misión.
Después de todo, uno de los objetivos de la institución educativa adventista más antigua – la Escuela Sabática– es la preparación para la misión y al participar en ella obtenemos otros beneficios. No solamente nos da la oportunidad de ser educados en forma continua en la Biblia y la religión, incrementando nuestro conocimiento, sino que también aumentará nuestras habilidades y nos ayudará a crecer espiritualmente. De esa manera tendremos la oportunidad de enseñar lo que hemos aprendido y de esta manera contribuir a la educación y el desarrollo de los demás.
Por otra parte, al igual que Apolos, necesitamos estar abiertos a nuevos aprendizajes. En este proceso, nunca llega el momento en el que podemos afirmar que lo hemos alcanzado todo. El aprendizaje es un viaje y aún en la eternidad estaremos siempre aprendiendo. Apolos, con los dones y la devoción que poseía, tenía una gran deficiencia: “solamente conocía el bautismo de Juan” (vers. 25). Cuando Psicila y Aquila notaron esto, vieron la necesidad de instruirlo y “le expusieron más exactamente el camino de Dios” (vers 26). Apolos era lo suficientemente humilde como para aceptar nuevas enseñanzas de ellos; estaba abierto a nuevas experiencias de aprendizaje.
Hoy escuchamos frecuentemente acerca de la necesidad del aprendizaje que dura toda la vida. Esto es imprescindible en muchas profesiones y aún más en temas de fe y religión. Para nosotros los adventistas, la idea del aprendizaje continuo está profundamente enraizada en nuestra historia. Elena White profetizó: “Ante el estudiante se abre un camino de progreso continuo… Progresará tan rápidamente e irá tan lejos como fuere posible en todos los ramos del verdadero conocimiento”.4 La búsqueda por “nueva luz” motivó a los pioneros a continuar estudiando y aprendiendo. Por ende, necesitamos estar abiertos a nuevas experiencias y puntos de vista, estar listos para aprender y ahondar nuestros estudios académicos a la vez que la Palabra de Dios. Debemos confiar en el Espíritu quien “os guiará a toda verdad” (Juan 16:13).
Por último, todo aprendizaje debe guiarnos en forma directa, hacia la proclamación “que Jesús es el Cristo” (vers 28). Apolos conocía la filosofía griega; era muy versado en la interpretación de las Escrituras y conocía los rigores de la lógica y las reglas de la retórica. Pero colocó todo esto para la enseñanza de la verdad “concerniente al Señor” (vers. 25). Apolos exhibió el conocimiento verdadero de Jesús el Cristo.
Nuestra educación, conocimiento académico y aún nuestra comprensión de las Escrituras son en vano, a menos que nos orienten hacia Jesucristo. La sabiduría académica o el conocimiento de las Escrituras no son el objetivo final, sino el conocimiento de Jesucristo. Apolos comprendía esto muy bien. Elena White resaltó: “Para obtener una educación digna de tal nombre, debemos recibir un conocimiento de Dios, el Creador, y de Cristo, el Redentor”.5
Por lo tanto, orientemos toda nuestra educación a una relación mas íntima con Cristo, de tal manera que lo que Pablo anticipó, pueda hacerse realidad: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:13).

GABRIEL.

REFERENCIAS
1. Biblia Versión Reina Valera 1960
2. Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1977), p. 218.
3. _______, Consejos para los maestros, padres y alumnos acerca de la educación cristiana (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas) , p. 86.
4. _______, La educación (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1974), p. 16
5. Ibíd., p. 15.

CONGRESO MUNDIAL DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.

Congreso Mundial de la iglesia Adventista del Séptimo Día.
No hay un momento en la vida de la Iglesia, lo que demuestra tan claramente - de manera tangible - la forma extraordinaria el Espíritu de Dios se mueve entre nosotros. Así que estoy encantado de invitar a su presencia y la participación en la 59 Sesión de la Conferencia General de Adventistas del Séptimo día, en Atlanta, Georgia, 23 junio-3 julio 2010.
¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué invertir el tiempo y los recursos cada cinco años para reunir a representantes de cada parte de nuestra Iglesia en todo el mundo? La respuesta, creo, va al corazón de nuestra identidad y misión. A través de estas reuniones nos poderosamente afirmar que somos un solo pueblo, unidos en la fe, y obligados por nuestro común deseo de ser instrumentos del propósito de Dios en el mundo.

Ptr. Jan Paulsen
Presidente de la Asociación General
de los Adventistas del Séptimo Día

lunes, 21 de febrero de 2011

¿CASARSE O VIVIR JUNTOS?



Mi novia y yo tenemos una relación estable. Siendo que planeamos casarnos en poco más de un año, al terminar nuestros estudios universitarios, estamos considerando las ventajas de vivir juntos antes de nuestro casamiento. Esto nos ayudará a ahorrar dinero, conocernos más el uno al otro y nos permitirá fortalecer nuestro compromiso mutuo. Algunos de nuestros amigos nos dicen que esto no es sabio. ¿Qué es lo que piensan?

Vivir juntos sin haber formalizado un contrato matrimonial puede parecer práctico, especialmente cuando hay un mutuo compromiso de casarse en un futuro.
Sin embargo hay un gran número de desventajas que necesitan considerar. Obviamente debes preguntarle a tu novia qué es lo que ella siente con respecto a esta idea. La mayoría de las mujeres miran la convivencia con cierta aprensión y la ven como transitoria, inestable e insegura. Con mucha razón, ellas prefieren la seguridad del matrimonio desde el primer día. Los estudios comparativos entre mujeres que conviven con sus novios y mujeres casadas, muestran que las primeras sufren de mayor insatisfacción y depresión.
Varios estudios revelan una mayor incidencia de violencia doméstica hacia mujeres y niños cuando no existe un casamiento legal. Mas aún, cuando se formaliza el matrimonio, las parejas que convivieron en la etapa de noviazgo experimentan niveles más bajos de satisfacción durante los primeros años de matrimonio que aquellas que se casaron sin convivencia previa. Esto se demostró por primera vez en un estudio pionero realizado en la década del 80 en Canadá y conducido por Robert Watson. En investigaciones similares realizadas en otras partes y con posterioridad, se encontraron resultados consistentes. Quizás el investigador más activo en esta área es David Olsen de la Universidad de Minnesota, quien estudió a más de 20 mil parejas comprometidas y casadas. Se demostró consistentemente que las parejas que han vivido en forma separada antes del matrimonio tienen el nivel más alto de satisfacción en el matrimonio. Por el contrario, las que conviven antes de casarse mostraron el nivel más bajo.
Un matrimonio comprometido y legal, en oposición a la convivencia, tiene varias ventajas. Aquí hay algunas:
1. La relación matrimonial crea un compromiso público y privado, como así también altas expectativas en la pareja. Esto produce mayor estabilidad.
2. Cuando surgen las crisis, los casados demuestran un alto nivel de energía y voluntad para resolver el conflicto. Esto se debe a que el matrimonio es visto como un compromiso estable y permanente.
3. Cortar los lazos matrimoniales es generalmente considerado como un último recurso, a diferencia de que?romper un arreglo de convivencia es mucho mas fácil (cerca de la mitad de las parejas conviviendo fuera del matrimonio se separan). Esto es especialmente significativo para parejas cristianas que ven el matrimonio como un compromiso para toda la vida.
4. El matrimonio es universalmente respetado, mientras que la convivencia generalmente acarrea un estigma social. La mayoría de las sociedades y familias esperan que una pareja comprometida se case y no simplemente que convivan. ?Si de todos modos lo hacen, esto acarrea una alienación de la familia y mucho dolor para los seres queridos como ser los padres, hermanos y otros familiares.
5. Cuando se interrumpe un matrimonio, la ley hace provisión para los hijos y el cónyuge. Para las parejas que conviven, las promesas verbales o acuerdos previos generalmente no tienen ninguna consecuencia.
Si tú y tu novia son cristianos respetuosos de la Biblia, deberían tomar en consideración la alta visión que Dios ha tenido acerca de la unión matrimonial desde el mismo comienzo. Jesús mismo realizó su primer milagro en Caná celebrando y dando su sello de aprobación en un casamiento. A pesar del aparente beneficio de la convivencia, esto es en realidad un pobre sustituto del vínculo matrimonial legal entre un hombre y una mujer que se aman verdaderamente y que permanecen castos hasta proferir sus votos ante Dios y en presencia de familiares y amigos. Jamás se arrepentirán.

Referencias:

Julián y Annette Melgosa son autores del libro To Couples (Madrid: Safeliz, 2004). Julián es decano en la Escuela de educación y psicología en Walla Walla College y Annette es bibliotecaria en esa institución en College Place, Washington, EE.UU. Email: melgju@wwc.edu; melgan@wwc.edu.

miércoles, 16 de febrero de 2011

SIEMPRE PIERDE LA RELIGION?




SIEMPRE PIERDE LA RELIGION?
 
En una disputa con la ciencia, la religión siempre pierde. Esa es la creencia popular, que implica que la religión jamás debería hacer afirmaciones verificables, dado que no tiene contacto con la realidad. Los que comparten esta creencia citan, como ejemplos, la física de Galileo, la geología de Hutton y Lyell, la biología de Darwin y la psicología de Freud. Afirman que la religión, especialmente la de origen sobrenatural, siempre ha perdido y siempre perderá en estos debates. O bien la abandonamos o deberíamos adoptar una versión liberal que no realice aseveraciones que pueden someterse a pruebas racionales.
Es cierto que algunas religiones no afirman nada respecto del universo físico que pueda verificarse. Pero para el cristianismo bíblico, aceptar esa postura sería fatal. ¿Cómo podría afirmar como hechos reales la creación del mundo, el Diluvio universal, el Éxodo de Egipto y la resurrección de Cristo? Sin afirmaciones como éstas, el cristianismo bíblico se desmoronaría.
Resulta problemático, sin embargo, afirmar que “la religión siempre pierde”. En primer lugar, la disputa no ocurre entre la ciencia y la religión, puesto que hay científicos del lado “religioso” y teólogos del lado “científico”. El debate enfrenta la postura estrictamente naturalista con la que afirma la realidad de lo sobrenatural; vale decir, entre los que creen que el universo es autónomo y nunca ha tenido interferencias externas, y los que creen que Dios interviene y puede cambiar el curso natural de los acontecimientos.
Por eso, el caso de Galileo no es un buen ejemplo. Tanto él como los que se oponían a sus ideas aceptaban la realidad de Dios y su soberanía en el universo físico. El debate ocurría en el campo teológico y giraba en torno a si ciertos pasajes bíblicos debían ser tratados como ontológicamente precisos (reales) o sólo fenomenológicamente precisos (mera descripción de apariencias), y a la autoridad de la Iglesia Católica en estas cuestiones.
Decir que la religión no siempre pierde en estos debates es verdadero, pero trivial. La ciencia nunca puede probar con absoluta certeza que una teoría es errónea. Aun si una teoría parece ser más confiable que otra, siempre es posible que nuevas evidencias inclinen la balanza a favor de una teoría que en ese momento no es aceptada. Podemos afirmar que una teoría realizó predicciones acertadas, pero no podemos saber a ciencia cierta que una teoría particular es absolutamente correcta.
Por eso, expresaremos la proposición de otra manera para otorgarle más contenido empírico: Las hipótesis científicas e históricas arraigadas en una cosmovisión sobrenatural o compatibles con ella a veces tienen más apoyo empírico que las hipótesis enraizadas en una cosmovisión naturalista o compatibles con ella. Y, lo que es más importante, en algunos casos este apoyo se ha incrementado con el tiempo.
Ejemplos de la historia
En el campo histórico, un contraejemplo de “la religión siempre pierde” está dado por la confiabilidad de la cronología de los libros bíblicos de Reyes y Crónicas. Por mucho tiempo, los escépticos creían que la cronología “bíblica” era inexistente, y que los confusos datos cronológicos que existían eran incompatibles con la cronología “real” y secular.1 A partir de los estudios de Thiele2, la cronología de Reyes y Crónicas es considerada coherente y capaz de corregir la cronología secular.3 El enfoque bíblico ha ganado, o por lo menos ha mostrado ser más útil para explicar los datos. En este caso, la religión no perdió, y es improbable que en el futuro pierda en este tema.
Otro contraejemplo es el libro de Daniel. Los escépticos afirmaban que Belsasar nunca había existido, que la cronología de los eventos narrados era confusa, y que como todo el libro era ficción no tenía sentido buscar en él a personajes históricos.4
El tiempo ha hecho cambiar de parecer. Belsasar no sólo existió, sino que resultó ser el príncipe heredero (la misma palabra hebrea para rey), capaz de ofrecer sólo el tercer puesto de mando en el reino. La cronología sobre el año en que Nabucodonosor tomó cautivos en Jerusalén también ha sido confirmada. Acaso lo más interesante es que en documentos babilónicos se han hallado los nombres de Daniel5 y de sus tres compañeros6. Esto no significa que se ha verificado cada declaración del libro. Todavía está en duda la identidad de Darío el Medo (aunque no se ha descartado a todos los candidatos). Pero la historicidad del libro está en mucho mejor posición que en el pasado. En este caso también, la religión está ganando.
Ejemplos de las ciencias
Lo mismo puede decirse de las ciencias. Durante más de un siglo los adventistas han venido declarando que el tabaco es “un veneno lento, insidioso, pero de los más nocivos”.7 Cuando esto se escribió, los científicos no compartían ese punto de vista; pero en los últimos 50 años las pruebas se han vuelto abrumadoras respecto de la certeza de esta afirmación surgida en un contexto religioso. La religión no perdió en este caso. La misma autora de la afirmación anterior habló a favor de las ventajas de un régimen vegetariano, que cada vez encuentra más apoyo en las investigaciones científicas.
Hay también casos relevantes para la controversia creación-evolución. El primer ejemplo es cosmológico. ¿Ha existido el universo desde un pasado infinito o ha tenido un comienzo? La mayoría de los científicos todavía apoya la primera opción, argumentando a menudo en base a prejuicios contra lo sobrenatural.8 Este prejuicio explica gran parte de las objeciones a la teoría del Big Bang. Si el universo tuvo un comienzo, necesitaría de un creador. Tan grande era el deseo de defender un universo eterno que, al hacerlo, Einstein cometió lo que él llamó su error más grande,9 al introducir una constante cosmológica en la ecuación del universo para mantenerlo estático. Sin embargo, las evidencias disponibles apoyan el concepto de que el universo tuvo un comienzo. La religión no está perdiendo.
Otro ejemplo tiene que ver con la supuesta existencia de los llamados órganos vestigiales. A partir de Darwin, éstos han sido utilizados como argumento en contra del diseño, y por lo tanto de un diseñador. En la exposición clásica, Wiedersheim10 enumeró más de 150 estructuras que creía vestigiales. Supuestamente, se trataba de estructuras o partes del organismo humano que habrían cumplido una función en el cuerpo de algún presunto antepasado animal en la secuencia evolutiva, pero que ahora no cumplían función alguna. Wiedersheim hizo notar que algunas, como las glándulas tiroides y adrenal, tenían probablemente alguna función, por lo que podrían no ser verdaderamente vestigiales, y que lo mismo podría decirse de otros órganos. Pero algunos de sus seguidores no fueron tan cautos, por lo que no fue raro que las glándulas timo y la pituitaria, así como el apéndice fueran declarados completamente inútiles.11 Esta postura era necesaria para oponerse a los creyentes en un diseño, ya que si estos órganos cumplían alguna función, su existencia en un organismo diseñado no serviría como prueba en contra de un diseñador.12 Sin embargo, investigaciones posteriores hallaron funciones para todas estas estructuras, destruyendo, algunas veces dramáticamente, los argumentos en contra del diseño. Podría afirmarse que, en este caso, el prejuicio a lo sobrenatural fue perjudicial para la ciencia, ya que llevó a algunos científicos a no investigar las posibles funciones de una estructura debido a sus prejuicios naturalistas.
Se podría aun afirmar que ese prejuicio causó varias muertes. Aunque el bazo no estaba en la lista de Wiedersheim, cuando yo estudiaba medicina era común catalogarlo como un órgano inútil del que bien podríamos prescindir, ya que sangraba cuando sufría una lesión. (Su única función, se decía, era mostrar que los humanos y los perros tenían un antepasado común; en los perros, el bazo acumula sangre para una autotransfusión en caso de hemorragia.) Como resultado, en caso de lesión, generalmente era extraído, sin intento alguno de preservar su función. Sólo más tarde se descubrió que el no tener el bazo predispone a serias infecciones de neumococos. Hoy en día, se trata de preservar su función siempre que sea posible, ya sea por reparación quirúrgica o dejando fragmentos en el abdomen con la esperanza de que se aglutinen.
Puede decirse que esta fue una falla de los defensores del naturalismo. Todo órgano verdaderamente vestigial debería perderse eventualmente, quizá con relativa rapidez. Pero el admitir esto los privaría de uno de sus argumentos favoritos.13 La necesidad de desacreditar a los creacionistas aparentemente les impidió realizar una evaluación concienzuda de las evidencias y la teoría.
La historia se repitió en el caso de la controversia en torno al “ADN basura”. Cuando se descubrió el ADN, muchos evolucionistas supusieron que en el genoma de diversos organismos, incluido el humano, existían vastas cantidades de ADN totalmente inservible, al que denominaron “ADN basura”. Como destaca Standish,14 acaso estaban ignorando la teoría evolucionista debido a sus prejuicios contra los creacionistas. Lo importante es que los creyentes en lo sobrenatural realizaron por lo general una mejor predicción respecto del alcance del “ADN basura” y, por lo tanto, los prejuicios en contra de lo sobrenatural pueden haber obstaculizado la investigación (lo opuesto de lo que generalmente se dice).
Una comprensión creciente
Esto nos lleva a un punto importante. Una de las razones por las que la “ciencia” (el naturalismo) afirma no perder en estos debates es porque incorpora a su perspectiva descubrimientos que originalmente se pensaba que favorecían a la “religión” (lo sobrenatural). Temas como la temporalidad del universo y los daños del tabaco son incorporados al modelo naturalista, y el naturalista moderno a menudo no es consciente de los matices religiosos de estas ideas, sino que las ve como un ejemplo más del avance continuo de la ciencia.
Sin embargo, rara vez se le concede a la religión la misma flexibilidad. Por ejemplo, la enorme mayoría de los teólogos han aceptado una concepción heliocéntrica del sistema solar. No obstante, los naturalistas siempre les recuerdan a los cristianos que hubo un tiempo cuando la mayoría de ellos15 estaba en desacuerdo con esa teoría, y que la Iglesia Católica forzó a Galileo a retractarse y prohibió sus libros, una acción que ha tenido que repudiar. Pero si uno cree que el cristianismo moderno es responsable de los errores de la mayoría de sus predecesores, uno puede creer lo mismo de los naturalistas.
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Esto nos lleva a un último punto. La razón principal por la que se afirma que “la religión siempre pierde” es evitar reconocer que, en la actualidad, la perspectiva sobrenatural parece estar ganando el debate; y si esto continúa, el naturalismo quedará derrotado. Éste puede asimilar la historicidad de los números de Reyes y Crónicas, o la toxicidad del tabaco, o aun (como el deísmo) el Big Bang. Pero el naturalismo no puede sobrevivir sin una explicación naturalista del origen de la vida. Y sin embargo, esa explicación no es siquiera remotamente plausible. Cuanto más sabemos del universo, peores son las perspectivas. Implícitamente, el naturalismo lo reconoce. La mejor prueba de ello es su insistencia en el origen monofilético de la vida (todas las formas de vida descenderían de una forma original). A pesar de las evidencias de una explosión de la vida durante el cámbrico16 y de los diversos códigos genéticos de algunos organismos (como el paramecio), los naturalistas continúan insistiendo en que todos los organismos vivos tienen un antepasado común. Si realmente creyeran que la vida comenzó tan fácilmente, aceptarían la hipótesis de que comenzó en diversos momentos de la historia. El aferrarse al origen monofilético de la vida indica que implícitamente reconocen la dificultad de lograr que la vida comience siquiera una vez.
Pero ellos están absolutamente comprometidos con el origen natural de la vida. Algo de este espíritu puede percibirse en un pasaje del valoso libro de Robert Shapiro titulado Origins: A Skeptic’s Guide to the Origin of Life on Earth 17. En él, Shapiro se refiere a las fallas de las diversas teorías sobre el origen de la vida, para finalmente optar por la teoría de los péptidos pequeños no modernos, que le parece menos problemática. Pero en la página 130 revela sus prejuicios: “Puede ser que llegue el día cuando todos los experimentos químicos razonables descubran que, más allá de toda duda, no se conoce el origen de la vida. Acaso nuevas evidencias geológicas podrían indicar una aparición repentina de la vida en la Tierra. Finalmente, podríamos haber explorado el universo sin hallar en ningún lugar vestigios de vida o procesos que podrían producirla. En ese caso, algunos científicos podrían buscar respuestas en la religión. Otros, sin embargo, entre los que me incluyo, examinaríamos las explicaciones científicas menos probables con la esperanza de escoger una que fuera aún más probable que las otras”.
Es decir que el naturalismo debe defenderse de lo obvio. Y la mejor defensa es: “Aún no hemos perdido. Seguiremos esperando hasta encontrar mejores argumentos”. En cuanto al origen de la vida, se ve que el naturalismo habría perdido el debate hace ya mucho tiempo si sus adherentes lo hubieran reconocido.
El problema de afirmar que en estas disputas “la religión siempre pierde” es que no es verdad. No es verdad, en retrospectiva, y si continúan las tendencias actuales de investigación, tampoco lo será. Una afirmación tal debería ser reconocida por lo que es, una declaración de fe contraria a las evidencias de la historia y la ciencia. La religión no siempre pierde.18
Paul Giem es médico emergentólogo residente en California. Entre sus intereses académicos se encuentran la relación entre ciencia, religión e historia, y es autor de un libro sobre el tema: Scientific Theology (disponible en http://www.scientifictheology.com). Su dirección electrónica: paulgiem@yahoo.com.
REFERENCIAS
1. Edwin Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings, 3ra ed. (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1983, p. 12) da varios ejemplos, como el de Heinrich Ewals (The History of Israel, Londres, 1876), Julius Wellhausen (“Die Zeitrechnung des Buchs der Könige seit der Theilung des Reichs”, Jahrbücher für Deutsche Theologie XX:607-40, 1875), and Bernhard Stade (Geschichte des Volkes Israel, Berlin, 1889).
2. The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings.
3. Kenneth. Strand, “Thiele’s Biblical Chronology as a Corrective for Extrabiblical Dates,” Andrews University Seminary Studies 34 (1996):295-317.
4. Paul Giem, Scientific Theology (Riverside, California: La Sierra University Press, 1977), pp. 98-109, contiene una discusión con referencias.
5. William Shea, “Bel(te)shazzar meets Belshazzar,” Andrews University Seminary Studies 26 (1988) 1:67-81.
6. “Extra-Biblical Texts and the Convocation on the Plain of Dura,” Andrews University Seminary Studies 20 (1982) 1:29-57.
7. Elena White, El ministerio de curación, p. 251. El libro se publicó originalmente en inglés en 1905, compilando escritos anteriores, con el título de The Ministry of Healing.
8. Robert Jastrow, God and the Astronomers (Nueva York: W. W. Norton and Company, 1978). Si bien los creyentes en lo sobrenatural no siempre estuvieron de un lado y los naturalistas del otro, como hace notar Helge Kragh (Cosmology and Controversy [Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1999], pp. 251-268), había sin embargo una tendencia de alinearse del lado más compatible con la evaluación personal del teísmo.
9. Citado, entre otros, en Oxford Reference Online, disponible en http://www.oxfordreference.com/pages/Sample_Entries__sample_01.html. La referencia más antigua que pude hallar, probablemente la fuente original, es G. Gamow, My World Line (New York: Viking Press, 1970), p. 44.
10. The Structure of Man: An Index to His Past History, trads. H. y M. Bernard; G. B. Howes (ed. London: MacMillan and Co., 1895).
11. Para comentarios sobre el apéndice, remítase a K. R. Millar, Finding Darwin’s God (New York: Cliff Street Books, 1999), pp. 100, 101.
12. Para que el argumento contra lo sobrenatural tenga éxito, es importante que la estructura a considerar no tenga función alguna. No es suficiente que tenga una función mínima y de fácil compensación. De otra forma, estructuras tales como los dedos pequeños o de los pies podrían considerarse innecesarias, ya que, si faltaran, sólo muy pocas funciones no pueden llevarse a cabo de la misma manera, pero al mismo tiempo, parece irracional afirmar que no podrían haber sido diseñadas.
13. Este argumento resulta tan atractivo que todavía se utiliza. Aparece, por ejemplo, en Millar, pp. 100, 101.
14. Standish, “Rushing to Judgment: Functionality in Noncoding or ‘Junk’ DNA,” Origins 53 (2002): 7-20. Disponible en http://www.grisda.org/origins/53007.pdf.
15. No todos; Felipe Melanchton fue una excepción.
16. La Explosión Cámbrica es el nombre dado a la evidencia de que si bien en las rocas precámbricas existen acaso tres o cuatro phylae (grupos básicos de organismos) en un muy breve período de tiempo, en la primera aparecen la mayoría de los phylae modernos (y aparentemente varios que desaparecieron), sin formas intermedias conocidas. Esto no es lo que uno podría esperar según la teoría evolucionista estándar.
17. New York: Summit Books, 1986.
18. Una versión anterior de este artículo fue publicada en Origins 55 (2004):3-8, disponible en http://www.grisda.org/origins/55003.pdf.

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miércoles, 9 de febrero de 2011

Premio Orgullo Peruano 2010 Noe Benjamin - UPeU

EL BESO DIVINO DE LA VIDA



En su libro Mortal Lessons: Notes on the Art of Surgery, el cirujano Richard Selzer narra lo sucedido una noche en que se encontraba junto al lecho de una mujer que comenzaba a recuperarse de una cirugía facial. Tenía la boca contorsionada grotescamente a causa de la operación. Se le había desarrollado un tumor en la mejilla y para extirparlo, el cirujano había tenido que cortar una diminuta fibra del nervio facial que correspondía a los músculos bucales. Por el resto de su vida, la boca iba a tener ese gesto extraño. Un hombre joven se encontraba en el cuarto, junto a su cama. Levemente iluminados por una lámpara, parecían ignorar al cirujano. “¿Quiénes son?”, se pregunta. “Él y la mujer con la boca deformada que yo causé; ellos, que se miran y se acarician con tanto afecto”.
“¿Me quedará la boca así para siempre?”, le pregunta ella, mirando al doctor.
“Sí, porque tuve que cortar el nervio”, explica Selzer.
Ella asiente en silencio.
Pero el visitante sonríe. “A mí me gusta”, comenta. “Te queda gracioso”.
Entonces Selzer se da cuenta de quién es el hombre, y baja la mirada. Sin preocuparse por la presencia del cirujano, el joven esposo se inclina y besa a su esposa en la boca torcida. Selzer estaba tan cerca que podía ver cómo él doblaba sus propios labios para acomodarlos a los de ella, para mostrarle que aún podían ser besados.1
Uno se pregunta cómo habrá hecho Dios para acomodar su boca y soplar en la nariz de Adán el aliento de vida (Génesis 2:7). ¿Puedes imaginarlo? El don de la vida es conferido a la raza humana en un encuentro cara a cara. Dios forma una obra de arte a partir del polvo húmedo de la tierra. En el proceso, se crea un vínculo entre el artista y su obra. Entonces llega el momento del toque final. ¡Sólo Dios lo hubiera pensado! Los labios vivientes se acercan a la fría nariz de lodo. Un soplo silencioso de vida pasa de la boca de Dios a la inerte escultura de barro. Los labios de polvo se llenan de vida. Los ojos fríos e inexpresivos se abren y se encuentran con la mirada danzante de los ojos divinos. El rostro sonriente de Dios permanece muy cerca. Sus manos aún sostienen el rostro del hombre. Es la primera experiencia de vida de Adán, un encuentro cara a cara con Dios. ¡Qué momento!
La identidad que Dios concede
El libro de Génesis traía buenas noticias a la generación de israelitas que se preparaban para entrar en la tierra prometida. Era un pueblo inseguro de su identidad y de su propósito en la vida y su futuro. Un pueblo que debía mantener una postura espiritual y moral en medio de una cultura inmoral que negaba a Dios. Un pueblo que luchaba por creer que la tierra prometida era mejor que Egipto o que cualquier refugio en el desierto. Tenía que ser diferente de sus vecinos paganos. Lo mismo se espera de nosotros, que somos el pueblo de Dios para el tiempo del fin. ¿Qué mejor imagen podemos tener que la de Dios tomando el rostro de Adán entre sus manos y acomodando sus labios contra sus narices polvorientas para darle vida? ¿Nos hizo a su imagen y su semejanza? Pues entonces, nuestra identidad moral y espiritual provienen directamente de Dios (Génesis 1:26-28).
A mediados de los años 90, el fabricante de juguetes Mattel lanzó a Barbie, la muñeca de más venta en el mercado de los juegos electrónicos. El bello maniquí de 28 centímetros ahora puede caminar y moverse en un programa informático interactivo. Incluye el programa “Diseñador de moda”, que permite crear hasta 15.000 diferentes atuendos que las Barbies muestran en una caminata tridimensional por una pasarela. Y también está el programa “Creación de historias”, donde es posible crear tus propios filmes de Barbie, incluyendo argumentos y escenas de acción. Se trataba de una estrategia comercial para que las niñas fueran tan adictas a la informática como lo son los varones. De esa manera, por más de 40 años, Barbie ha sido el medio por el cual las jovencitas han imaginado la vida y se han proyectado a su futuro.
Algo semejante ha ocurrido con las diversas teorías acerca de la naturaleza humana existentes en el mundo actual. Evolucionistas, sociólogos, psicólogos, seguidores de la Nueva Era, marxistas, budistas, musulmanes y cristianos de diversas convicciones han “vestido” al ser humano de diferentes maneras. Los marxistas dicen que nos forman las presiones socio-económicas. Los evolucionistas, que somos la culminación del desarrollo biológico natural de la supervivencia del más apto. Los de la Nueva Era afirman que somos dioses y parte de una vasta conciencia cósmica. Los existencialistas nos han dicho que sólo nosotros decidimos nuestro destino. Jean Paul Sartre declaró que “el ser humano es como una burbuja de conciencia en el vasto océano de la nada, en el que flotamos precariamente hasta explotar”.
Sin un claro sentido de identidad, podemos sentirnos perdidos y anónimos en medio de los miles de millones que pueblan nuestro planeta. El futuro puede parecer absurdo y sin sentido. Gran parte de la crisis moral de nuestra sociedad y las disfunciones familiares se deben a que existe confusión acerca de quiénes somos y para qué estamos en el mundo.
Afortunadamente, el Génesis nos recuerda que hemos sido creados a imagen del Dios que nos ama y está obrando para redimirnos. Este despertar repentino por el soplo en las narices de polvo inerte es significativo pues constituye el fundamento de lo que la Biblia enseña acerca de quiénes somos. Explica el propósito de nuestra vida y apunta a nuestro destino. Delinea nuestra dignidad, nuestras responsabilidades y derechos.
Un centro espiritual
Naomi Rosenblatt escribe: “Estar hechos a imagen de Dios nos proporciona un centro espiritual portátil”.2 Donde vayamos, esa esencia nos acompaña. “Si nos consideramos hechos a la imagen de Dios, nadie más puede definirnos”.3 Cuando somos conscientes de esa identidad espiritual, nadie puede usurparla ni reemplazarla, aun cuando pasemos por situaciones difíciles. Eso es lo que Israel necesitaba oír en el pasado. Eso es lo que necesitamos oír hoy como pueblo remanente de Dios que se encuentra a las puertas de la tierra prometida celestial. Y siempre debe ser parte del mensaje del evangelio a un mundo habitado por seres confundidos acerca de su origen, propósito y destino (Apocalipsis 14:7; 10:1, 5-7; 4:11; 21:1, 5).
Aquel despertar milagroso del Génesis indica no sólo que Dios tiene poder de crear algo de la nada (incluyendo la nada de nuestras vidas), sino también que tiene el deseo de que así sea. Esto ha sido afirmado en el Calvario, donde los labios de Jesús se contorsionaron al pronunciar palabras de dolor, angustia y perdón. El Apocalipsis nos promete que en la nueva creación los seres humanos verán una vez más el rostro de Dios cara a cara (Apocalipsis 22:4). Y sus labios pronunciarán palabras de bendición, sonreirán con gozo y entonarán una canción (Sofonías 3:17).
Hoy, en medio del sufrimiento y las pruebas, se nos invita a meditar en aquella primera manifestación del amor divino por nosotros, cuando Dios nos concede el aliento de vida para que reflejemos sus cualidades morales en este mundo. La cruz afirma ese milagroso comienzo y nos brinda el poder para ser restaurados por completo a su imagen (Romanos 5:10-21; Apocalipsis 12:10, 11). La promesa de la nueva creación revela no sólo quiénes somos sino también adónde vamos (Apocalipsis 22:3, 4; 2 Pedro 3:11-14; 1 Juan 3:1-3; Colosenses 3:1-10). Vivimos, pues, entre la creación primigenia y la restauración futura, seguros de nuestra identidad y confiados en nuestro glorioso destino.
¡Alabemos a Dios por ello!
  Walter Gabriel Quispe Apaza,.
REFERENCIAS
1. Richard Selzer, Mortal Lessons: Notes on the Art of Surgery (Nueva York: Simon and Schuster, 1974), pp. 45, 46.
2. Naomi H. Rosenblatt, Wrestling With Angels (Nueva York: Delacorte Press, 1995), p. 15.
3. Ibid., p. 14.