martes, 23 de junio de 2009

FORMAS ERRÓNEAS DE NOVIAZGO*

FORMAS ERRÓNEAS DE NOVIAZGO*

LA FALTA de firmeza y abnegación en tu carácter es un serio inconveniente para obtener una experiencia religiosa verdadera que no sea como la arena movediza. Se debería cultivar la firmeza y la integridad de propósito. Estas cualidades son positivamente necesarias para una vida cristiana de éxito. Si tienes integridad de alma no serás apartado de la rectitud. Ningún motivo será suficiente para moverte de la línea recta del deber; serás fiel y leal a Dios. Las protestas de afecto y amor, los anhelos de la amistad no te conmoverán para abandonar la verdad y el deber; no sacrificarás el deber a la inclinación.

INFLUENCIA SOBRE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

Si en tu ceguera puedes retirarte repetidas veces de la reunión de oración, donde Dios se encuentra con su pueblo, para gozar de la sociedad de quien no ama a Dios y no halla atractivos en la vida religiosa, ¿cómo puedes esperar que Dios haga prosperar semejante unión?
No te apresures. No se deberían estimular los matrimonios prematuros. Si tanto las señoritas como los jóvenes no respetan las demandas de Dios, si no prestan atención a las exigencias que los atan a la religión, corren el peligro de no prestar debida atención a los derechos del esposo o de la esposa. Es peligroso el hábito de estar frecuentemente en compañía de la persona de tu elección, y tanto más al precio del sacrificio de privilegios religiosos y de tus horas de oración; sufres una pérdida que no puedes soportar.
El hábito de permanecer levantado hasta una hora avanzada de la noche es corriente, pero no agrada a Dios, aun cuando los dos seáis cristianos. Estas horas inoportunas perjudican la salud, inhabilitan la mente para desempeñar los deberes del próximo día, y tienen la apariencia del mal. Hermano, espero que tengas suficiente respeto por ti mismo para evitar esta forma de noviazgo. Si sólo tienes en vista la gloria de Dios, procederás con deliberada prudencia. No permitirás que un sentimentalismo amoroso ciegue de tal modo tu visión que no puedas discernir los derechos que Dios tiene sobre ti como cristiano (Testimonies, tomo 3, págs. 44, 45).
POR: Wilson Saavedra Sucaticona

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