Es el 22 de
octubre de 1994. Miles de adoradores de todas partes de los Estados Unidos se
congregaron en la hacienda de Low Hampton, en Nueva York. Habían venido no sólo
a adorar, sino también a conmemorar un acontecimiento religioso que ocurrió
hace 150 años; a recordar la época cuando los "fieles" habían vendido
sus tierras, enmendado sus errores y reunido en Low Hampton para esperar la
segunda venida de Cristo. Habían venido a renovar su compromiso con una visión,
porque "la visión tardará aún por un tiempo... aunque tardare, espéralo,
porque sin duda vendrá" (Habacuc 2:3).
Vinieron
a recordar a Guillermo Miller, el hombre detrás de la historia de 1844.
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Guillermo
Miller nació el 15 de febrero de 1782 en Pittsfield, Massachusetts, en la
región noreste de los Estados Unidos. Su padre había luchado en la guerra de la
revolución norteamericana. Aun cuando no hizo una profesión pública de
religión, había puesto a disposición de los vecinos su casa para la adoración y
predicación. Su madre, Paulina Phelps, hija de un pastor bautista, trajo al
hogar una rica herencia religiosa.
La
vida del
joven Guillermo corre paralela al período temprano de la historia
norteamericana y al mismo tiempo la refleja. Fue el mayor de los 16 niños y
"la suya fue una historia de pobreza, un ansia inusual por aprender a
leer, la necesidad de la diligencia en la actividad agropecuaria para asegurar
la supervivencia"1. Su herencia fue un orgullo de patriotismo y religión, del ideal de progreso
yanqui. Su época, como
su vida, estuvo llena de "aplastantes incertidumbres y acuciantes
cambios".2
Forjando
su vida
Cuando
Guillermo tenía apenas cuatro años, sus padres se mudaron a un campo de 100
acres, "un desierto casi deshabitado"3 en Low Hampton, en el noreste
de Nueva York.
El pago anual de la hipoteca ascendía a alrededor de 20 barriles de trigo.
Había sólo seis casas esparcidas en la región. En este asentamiento, donde
merodeaban animales salvajes, se derribaban árboles para construir caminos y se
abrían claros en la espesura, los Miller vivieron controlando la naturaleza por
medio de la agricultura. Era una vida ruda que hacía necesario que el pequeño Guillermo
ayudara en el campo. La educación se limitaba a tres meses de escuela durante
el invierno, cuando había pasado la cosecha. Entre los 9 y los 14 años, Miller
asistió a la escuela local. Durante los largos meses de invierno, la mamá
Miller le enseñaba a leer a Guillermo. Y él se tornó en un ávido lector,
sediento de conocimiento. El único material disponible era la Biblia, el
himnario y el libro de oraciones. Cuando pasó la edad escolar, continuó
aprendiendo por sí mismo.
Los
candiles constituían un lujo, de modo que Guillermo aprendió a conseguir luz de
los pinos para leer. Una noche, cuando permaneció leyendo hasta tarde, su padre
se despertó y al ver la luz llameante pensó que la casa se estaba incendiando.
Al encontrar a Guillermo leyendo, lo envió rápidamente a la cama. Pronto el
voraz lector se dio cuenta que la comunidad era un buen recurso de material de
lectura. Algunos le prestaban libros, otros se los concedían a su pedido.4
En
su adolescencia Guillermo comenzó a mantener un libro diario. Una anotación
fechada el 10 de julio de 1791 lleva el siguiente encabezamiento: "La
historia de mi vida" y tiene la siguiente declaración: "Desde pequeño
fui educado y enseñado a orar al Señor". Su vida temprana fue similar a la
de la mayoría de los muchachos de esos días. Sin embargo, Guillermo anhelaba
algo más. Incluso trató de obtener alguna ayuda de un generoso médico local
para continuar estudiando. Sus sueños no se pudieron convertir en realidad,
pero hizo lo mejor que pudo como
autodidacta. Aprendió a usar bien las palabras y se convirtió en el
"escriba general" entre los jóvenes. Si alguien quería que se
redactara una carta o una poesía, recurrían a Guillermo.5 La familia se
mudó de nuevo a Pultney, en el estado de Vermont.
Allí conoció a Lucy Smith y se casó con ella en 1803. Se unió a la fraternidad
masónica y llegó a la orden más alta. Seis años después de su casamiento fue
sheriff y también sirvió a la comunidad como
juez de paz. Su interés primordial no era la agricultura, aunque trataba todavía
de parecerlo. Por supuesto, sus escritos y lecturas continuaban. Leía las obras
de escritores deístas, su historia y filosofía, que obtenía en la
biblioteca pública. Escribía cartas, notas, editoriales en periódicos y poemas
patrióticos, uno de los cuales fue usado por su comunidad para las
celebraciones de la independencia. Pareciera que su trasfondo patriótico
y los distinguidos ejemplos de su padre y de su abuelo en las guerras previas
hicieron que Miller dejara un trabajo seguro en su vecindario y se ofreciera en
1810 como
voluntario en el servicio militar. Peleó en 1812 en la guerra norteamericana
contra el ejército británico, y en la batalla de Plattsburgh, vio a los
norteamericanos, desventajados en número, aplastar a los británicos, por lejos
superiores. Este incidente constituyó un punto de giro en la vida de Miller.
Un deísta
insatisfecho
Aunque
Guillermo había abrazado el deísmo, no estaba totalmente satisfecho. Le
perturbaba el postulado deísta según el cual la naturaleza humana era básicamente
buena y honesta; sus lecturas y la observación mostraban justamente lo
opuesto.6 La batalla de Plattsburgh
desarmó su creencia en el deísmo. Hizo un recuento del incidente: "Muchas circunstancias
convirgieron en debilitar mi confianza en la corrección de los principios
deístas... Estaba particularmente impresionado con esto... cuando estaba en la
batalla de Plattsburgh, cuando 1.500 regulares y 4.000 voluntarios derrotábamos
a los británicos, que eran 15.000 fuertes... Un resultado tan sorprendente en
condiciones tan desparejas, me pareció más bien como el trabajo de una potencia más poderosa
que el hombre".7
El
resultado de la batalla le hizo desafiar otro credo deísta, según el cual Dios
no interfiere en los asuntos humanos. Además, durante la guerra de 1812 Miller
perdió a una hermana y a su padre, en rápida sucesión, poniéndolo cara a cara
con la muerte y su propia mortalidad. Esos eventos lo indujeron a retornar a la
herencia religiosa de su juventud, a la que se había opuesto. Miller, como muchos de su época,
estaba interesado en reformar la sociedad. Estaba involucrado en la temperancia
y otras reformas. Guillermo Garrison (1805-1879), un periodista norteamericano
famoso por sus denuncias en contra de la esclavitud, describió a Miller como un franco amigo de la causa de la temperancia, la
abolición, la reforma moral y la paz.
Parecía estar en favor de tratar bien a todos los seres humanos, aunque no hay
evidencias de que haya estado directamente comprometido con algún movimiento en
contra de la esclavitud.
Aun
cuando estaba en el ejército, Miller continuó haciendo todas las cosas que
amaba. Escribía a menudo a su esposa y se preocupaba extremadamente cuando no
recibía regularmente cartas de ella. Se mantenía alejado de los vicios, tan
comunes en la vida militar, y era altamente respetado. Cuando retornó del ejército en 1815,
tuvo que atender negocios de la familia. Su padre había muerto dejando una
hipoteca en la propiedad de Low Hampton.
Levantó la hipoteca y permitió a su madre seguir viviendo en la casa. Entonces
compró un campo a menos de un kilómetro de allí y mudó a su familia de Vermont
a Low Hampton.
Construyó una casa del
estilo de la Nueva Inglaterra de entonces, "blanca, con persianas verdes y
roja en el lado de atrás".
Una
vez más Miller se volvió un participante activo en la comunidad. Cerca de su
casa había un hermoso bosque que había sido escogido para la fiesta del Día de la
Independencia, el 4 de julio de 1816. Su generosidad de espíritu también lo
llevó a abrir su casa al ministro, su tío Eliseo Miller, de la iglesia cercana.
Como lo habían
hecho sus padres, su hogar estaba abierto a los predicadores de varias
denominaciones que llegaban de visita. Encontraban alimento allí y, para el
deleite de sus amigos y el horror de la familia, Miller se burlaba de la fe de
ellos.8
Aunque
no estaba totalmente entregado al cristianismo, asistía a la iglesia cuando
estaba el ministro. Cuando el pastor se iba del pueblo y el sermón era leído por el
diácono, Miller sentía que "no era edificado por la manera en que leían
los diáconos" y se ausentaba. Su madre, buena y astuta, notaba su ausencia
y, al enterarse del
motivo, hizo arreglos para que él leyera cuando el ministro estuviera ausente.
Esas lecturas deben haber influido imperceptiblemente en el pensamiento de
Miller.
Un
cambio crucial
Dos
acontecimientos ocurridos en 1816 lo llevaron a un punto crucial de su vida. El
11 de septiembre él sus amigos estaban muy entusiasmados con un baile que se
realizaría como
evento principal en celebración de la batalla de Plattsburgh. Como parte de las celebraciones, el Dr. B.
predicó unas pocas noches antes que el baile tuviera lugar. De acuerdo con
Bliss, el efecto del
sermón fue evidente: "Al regreso, la señora M(iller), que había
permanecido en casa, observó un asombroso cambio en su comportamiento.
Su espíritu festivo había desaparecido y todos estaban profundamente pensativos
y sin deseos de conversar... Estaban totalmente incapacitados para desempeñar
cualquier parte en los arreglos festivos... En ese vecindario hubo reuniones de
oración y alabanza en vez de frivolidad y baile".9
El
siguiente domingo Guillermo Miller fue llamado otra vez a leer el sermón que
habían seleccionado los diáconos. Tan pronto como comenzó a leer el discurso sobre la
"Importancia de los deberes de los padres", le sobrevino una profunda
emoción y tuvo que dejar de leer. Parece que su lucha con los conceptos deístas
finalizó en este punto, según lo refirió más tarde:
"Repentinamente
el carácter de un Salvador
impresionó vívidamente mi mente. Parecía que debía haber un Ser tan bueno y
compasivo al punto de presentarse a sí mismo como
expiación por nuestras transgresiones y por lo tanto salvarnos de sufrir la
penalidad del
pecado... Pero surgió la pregunta: ¿Cómo se puede probar que tal Ser
existe?"10
Esto
fue el comienzo de la experiencia de conversión de Miller. Guillermo Miller, el
deísta, el burlón, se volvió cristiano. Inmediatamente comenzó un culto
familiar y abrió su casa para reuniones de oración. Así como
había sido un soldado devoto y leal por su país, ahora se convirtió en un
soldado por su Salvador.
Sus amigos consideraron su conversión como una
enorme pérdida, pero Miller tomó la determinación de conducirse a sí mismo como un valioso ejemplo
de cristiano. Como crítico del cristianismo conocía todas las críticas;
ahora usaba todos sus poderes racionales para contestar las mismas preguntas
que se había formulado previamente.11
Y
comenzó su búsqueda con la Biblia. Renunció a todas sus presuposiciones y
decidió permitir que las Escrituras hablaran por sí mismas. A partir de su
profundo e intenso estudio, desarrolló las siguientes ideas: la Biblia es su
propio intérprete; algunas partes de la Biblia, tales como las profecías, son simbólicas; los
libros de Daniel y Apocalipsis predicen el retorno literal de Cristo, que
podría ocurrir pronto, dentro de los siguientes 25 años.12
Mientras
realizaba sus investiga-ciones, Miller continuó como
agricultor, sirviendo como
juez de paz y asistiendo fielmente a la iglesia. Aparte era padre de ocho
hijos--seis varones y dos mujeres--. Un hijo y una hija murieron mientras eran
bebés y otro a los cuatro años. Con todo, Miller encontraba tiempo para
estudiar la Biblia, impulsado por una sed de la verdad. Luego de dos años de
intenso estudio les habló a sus amigos y vecinos acerca del pronto retorno de Cristo, pero encontró
poco entusiasmo y aceptación. Muy poco tiempo después Low Hampton pasó por una
ola de reavivamiento y Miller se sintió culpable de no haber compartido lo que
él consideraba como la verdad más importante del momento. Aunque
sentía que Dios lo estaba llamando a predicar, se resistía.
Un
trato con Dios
Finalmente,
le hizo una promesa a Dios. En agosto de 1831 decidió que si se le pedía que
predicara, esto sería una señal de que Dios quería esparcir la verdad que él
había encontrado. A la media hora de haber tomado la decisión recibió una
invitación para hablar en un pueblo vecino.13 De allí en adelante, fue de
pueblo en pueblo usando el estilo de predicación de reavivamiento. Su mensaje
se centraba en la entrega a Cristo y en su pronto retorno. Por medio del tratamiento lógico del tema basado en la Biblia, su ferviente
sinceridad y su poderoso mensaje, ganó muchos conversos y seguidores.
Con
todo, la mayoría de los ministros de cultos de esa época no siguieron a Miller
y comenzaron en verdad a oponerse a su predicación. Sin embargo, Miller
revitalizó la evangelización del
momento.14 El principal método que usaban Miller y sus asociados para llevar el
mensaje no era diferente de los de otros reavivamientos evangélicos. Sin
embargo, estaba en una posición contraria al punto de vista popular de sus días
cuando predicaba que Jesús vendría antes de la iniciación del milenio.15 Podría
haber permanecido como un oscuro predicador viajando por los senderos de Nueva
Inglaterra si no fuera por la determinación de un ministro y editor, Josué V.
Himes, para llevar el mensaje millerita a Boston y otras ciudades. De este modo
el mensaje y el mensajero se volvieron más visibles, en la medida en que los
periódicos locales se referían a sus reuniones. Además, Himes le suplía de
afiches, posters y otros medios de publicidad e imprimía y distribuía folletos,
panfletos y otros materiales impresos.
Hacia
1834, las invitaciones a predicar vinieron con tal frecuencia y rapidez que
Miller se convirtió en un predicador de tiempo completo. Un año antes la
iglesia bautista local le había conferido una licencia para predicar, pero
Miller no quería favorecer una denominación por sobre otra. Lo que le interesaba
era que las personas se entregaran personalmente a Cristo y estuvieran listas
para su pronto retorno. Era difícil ser predicador de tiempo completo, porque
no recibía un sueldo regular y en muchas ocasiones ni siquiera el pago por los
gastos de viaje. Tenía dos fuentes de ingreso. Una era su granja, que ahora
confiaba a sus hijos y por la cual recibía una asignación regular para cubrir
sus gastos. La otra fuente eran sus ahorros. Sólo cuando su mensualidad era
insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas, Miller permitía que las
iglesias compartieran sus gastos.16
El
movimiento se expande
En
tanto se relacionaba con Himes y otros predicadores que aceptaban su idea del pronto regreso de
Cristo, Miller comenzó a publicar su mensaje a través de la página impresa. Se
distribuían folletos y panfletos en número creciente. El movimiento de Miller
también adoptó el tipo metodista de reuniones campestres, el primero de los
cuales tuvo lugar en Boston
en mayo de 1842. Como
resultado, el movimiento continuó expandiéndose, atrayendo a miles.
El
mensaje original de Miller incluía un elemento de tiempo, pero él no estaba
interesado en establecer una fecha particular. Creía que Jesús retornaría, de
acuerdo con sus cálculos, en algún momento en torno de 1843. Entonces,
finalmente, coincidió con la fecha del
22 de octubre de 1844. Junto con miles de seguidores, experimentó un amargo
chasco cuando Cristo no retornó, como
se esperaba. El día siguiente, escribió:
"Pasó.
Y el siguiente día parecía como
que todos los demonios desde el foso sin fondo fueran desatados sobre nosotros.
Los mismos y muchos más que lloraban por misericordia dos días antes, estaban
ahora mezclados con la turba y la mofa, ridiculizando y amenazando del modo más
blasfemo".17
Pero
Miller nunca cedió en su convicción del
pronto retorno de Cristo. El 10 de noviembre de 1844 escribió a Himes: "He
fijado mi mente sobre otro tiempo, y con esto quiero decir que permaneceré
firme hasta que Dios me dé más luz, y ese tiempo es hoy, hoy y hoy hasta que él
venga".18 Miller continuó predicando y animando a otros con la esperanza
cristiana, aunque tenía que hacer frente a personas insatisfechas y a la
crítica.
En
enero de 1848 perdió la vista, lo cual no le impidió mirar hacia adelante, a la
venida de Cristo. Ese mismo año había construido una pequeña capilla, cerca de
su casa, donde los creyentes adventistas fieles podían adorar. En la capilla
están inscriptas las siguientes palabras citadas de la Biblia: "La visión
tardará aún por un tiempo... aunque tardare, espéralo, porque sin duda
vendrá".19 Esta fue su posición sobre la segunda venida de Cristo hasta su
muerte, a los 67 años, el 20 de diciembre de 1849.
Las
ideas de Miller sobre la profecía bíblica y el retorno inminente de Jesús
pueden ser comprendidas mejor en el contexto de un movimiento religioso amplio
que emergió en forma concurrente en Europa y en las Américas durante la primera
parte del
siglo XIX. Una vez apagado el reavivamiento millerita, muchas de esas ideas se
consolidaron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que continúa predicando
el inminente retorno de Jesús pero sin fijar una fecha específica.21
Joan
Francis (Ph.D., Carnegie-Mellon University), es oriunda de Barbados y enseña
historia en el Atlantic Union College, en South Lancaster, Massachusetts,
Estados Unidos.
Notas
y referencias
1. Ronald L. Numbers y Jonathan M. Butler, eds., The Disappointed: Millerism
and Millenarianism in the Nineteenth Century (Indianápolis: Indiana
University Press, 1987), p. 17.
2. Marvin Meyers, citado por Numbers, p. 17.
3. Sylvester Bliss, Memoirs of William Miller (Boston: Joshua V. Himes,
1853), p. 7.
4. Ibíd.
5. Ibíd.
6. Id.,
pp. 32-33. Ver también George R. Knight, Millennial Fever and the End of the
World (Boise, Idaho: Pacific Press, 1993), pp. 28-31.
7. Bliss, pp. 52, 53.
8. Id.,
p. 64.
9. Id.,
p. 66.
10.
Id.,
pp. 66, 67.
11.
Id.,
pp. 67, 68.
12.
Ver Bliss, capítulos 6-8 para detalles de su conversión y método de estudio de
la Biblia.
13.
Bliss, pp. 97-99.
14.
Ruth Alden Doan, "Millerism and Evangelical Culture" en Numbers, p.
121.
15.
Knight, pp. 54-55.
16.
Id.,
pp. 57-59.
17.
Carta manuscrita, 3 de diciembre de 1844, citada por Paul A. Gordon, Herald
of the Midnight Cry: William Miller and the 1844 Movement (Boise, Idaho:
Pacific Press, 1990), p. 103.
18.
Gordon, p. 107.
19.
Habacuc 2:3.
20.
Ver, por ejemplo, Leroy Edwin Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers,
4 t. (Washington, D.C.: Review and Herald, 1950-1954). Ver también "Manuel
Lacunza: La Conexión Adventista", Diálogo 6:1 (1994), pp. 12-15 y
"Francisco Ramos Mexía: ¿El Primer Adventista Moderno?" Diálogo
6:2 (1994), pp. 13-15.
21.
Las declaraciones de Cristo sobre el particular son claras; ver, por ejemplo,
Mateo 24:36, 42, 50; 25:13; Marcos 13:32; Hechos 1:6, 7. De acuerdo con Gordon
(Herald..., pp. 119-120), Langdon, uno de los ocho hijos de Miller, se
unió a los creyentes adventistas del
séptimo día.
1 comentario:
Olá sou Mara Clio do Blog mulheres que adoram a Deus , estive visitando o seu Blog e gostei muito .. que Deus te abençoe .. As fotos , os passeios , as palavras ,os vídeos são maravilhosos ..
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