miércoles, 16 de febrero de 2011

SIEMPRE PIERDE LA RELIGION?




SIEMPRE PIERDE LA RELIGION?
 
En una disputa con la ciencia, la religión siempre pierde. Esa es la creencia popular, que implica que la religión jamás debería hacer afirmaciones verificables, dado que no tiene contacto con la realidad. Los que comparten esta creencia citan, como ejemplos, la física de Galileo, la geología de Hutton y Lyell, la biología de Darwin y la psicología de Freud. Afirman que la religión, especialmente la de origen sobrenatural, siempre ha perdido y siempre perderá en estos debates. O bien la abandonamos o deberíamos adoptar una versión liberal que no realice aseveraciones que pueden someterse a pruebas racionales.
Es cierto que algunas religiones no afirman nada respecto del universo físico que pueda verificarse. Pero para el cristianismo bíblico, aceptar esa postura sería fatal. ¿Cómo podría afirmar como hechos reales la creación del mundo, el Diluvio universal, el Éxodo de Egipto y la resurrección de Cristo? Sin afirmaciones como éstas, el cristianismo bíblico se desmoronaría.
Resulta problemático, sin embargo, afirmar que “la religión siempre pierde”. En primer lugar, la disputa no ocurre entre la ciencia y la religión, puesto que hay científicos del lado “religioso” y teólogos del lado “científico”. El debate enfrenta la postura estrictamente naturalista con la que afirma la realidad de lo sobrenatural; vale decir, entre los que creen que el universo es autónomo y nunca ha tenido interferencias externas, y los que creen que Dios interviene y puede cambiar el curso natural de los acontecimientos.
Por eso, el caso de Galileo no es un buen ejemplo. Tanto él como los que se oponían a sus ideas aceptaban la realidad de Dios y su soberanía en el universo físico. El debate ocurría en el campo teológico y giraba en torno a si ciertos pasajes bíblicos debían ser tratados como ontológicamente precisos (reales) o sólo fenomenológicamente precisos (mera descripción de apariencias), y a la autoridad de la Iglesia Católica en estas cuestiones.
Decir que la religión no siempre pierde en estos debates es verdadero, pero trivial. La ciencia nunca puede probar con absoluta certeza que una teoría es errónea. Aun si una teoría parece ser más confiable que otra, siempre es posible que nuevas evidencias inclinen la balanza a favor de una teoría que en ese momento no es aceptada. Podemos afirmar que una teoría realizó predicciones acertadas, pero no podemos saber a ciencia cierta que una teoría particular es absolutamente correcta.
Por eso, expresaremos la proposición de otra manera para otorgarle más contenido empírico: Las hipótesis científicas e históricas arraigadas en una cosmovisión sobrenatural o compatibles con ella a veces tienen más apoyo empírico que las hipótesis enraizadas en una cosmovisión naturalista o compatibles con ella. Y, lo que es más importante, en algunos casos este apoyo se ha incrementado con el tiempo.
Ejemplos de la historia
En el campo histórico, un contraejemplo de “la religión siempre pierde” está dado por la confiabilidad de la cronología de los libros bíblicos de Reyes y Crónicas. Por mucho tiempo, los escépticos creían que la cronología “bíblica” era inexistente, y que los confusos datos cronológicos que existían eran incompatibles con la cronología “real” y secular.1 A partir de los estudios de Thiele2, la cronología de Reyes y Crónicas es considerada coherente y capaz de corregir la cronología secular.3 El enfoque bíblico ha ganado, o por lo menos ha mostrado ser más útil para explicar los datos. En este caso, la religión no perdió, y es improbable que en el futuro pierda en este tema.
Otro contraejemplo es el libro de Daniel. Los escépticos afirmaban que Belsasar nunca había existido, que la cronología de los eventos narrados era confusa, y que como todo el libro era ficción no tenía sentido buscar en él a personajes históricos.4
El tiempo ha hecho cambiar de parecer. Belsasar no sólo existió, sino que resultó ser el príncipe heredero (la misma palabra hebrea para rey), capaz de ofrecer sólo el tercer puesto de mando en el reino. La cronología sobre el año en que Nabucodonosor tomó cautivos en Jerusalén también ha sido confirmada. Acaso lo más interesante es que en documentos babilónicos se han hallado los nombres de Daniel5 y de sus tres compañeros6. Esto no significa que se ha verificado cada declaración del libro. Todavía está en duda la identidad de Darío el Medo (aunque no se ha descartado a todos los candidatos). Pero la historicidad del libro está en mucho mejor posición que en el pasado. En este caso también, la religión está ganando.
Ejemplos de las ciencias
Lo mismo puede decirse de las ciencias. Durante más de un siglo los adventistas han venido declarando que el tabaco es “un veneno lento, insidioso, pero de los más nocivos”.7 Cuando esto se escribió, los científicos no compartían ese punto de vista; pero en los últimos 50 años las pruebas se han vuelto abrumadoras respecto de la certeza de esta afirmación surgida en un contexto religioso. La religión no perdió en este caso. La misma autora de la afirmación anterior habló a favor de las ventajas de un régimen vegetariano, que cada vez encuentra más apoyo en las investigaciones científicas.
Hay también casos relevantes para la controversia creación-evolución. El primer ejemplo es cosmológico. ¿Ha existido el universo desde un pasado infinito o ha tenido un comienzo? La mayoría de los científicos todavía apoya la primera opción, argumentando a menudo en base a prejuicios contra lo sobrenatural.8 Este prejuicio explica gran parte de las objeciones a la teoría del Big Bang. Si el universo tuvo un comienzo, necesitaría de un creador. Tan grande era el deseo de defender un universo eterno que, al hacerlo, Einstein cometió lo que él llamó su error más grande,9 al introducir una constante cosmológica en la ecuación del universo para mantenerlo estático. Sin embargo, las evidencias disponibles apoyan el concepto de que el universo tuvo un comienzo. La religión no está perdiendo.
Otro ejemplo tiene que ver con la supuesta existencia de los llamados órganos vestigiales. A partir de Darwin, éstos han sido utilizados como argumento en contra del diseño, y por lo tanto de un diseñador. En la exposición clásica, Wiedersheim10 enumeró más de 150 estructuras que creía vestigiales. Supuestamente, se trataba de estructuras o partes del organismo humano que habrían cumplido una función en el cuerpo de algún presunto antepasado animal en la secuencia evolutiva, pero que ahora no cumplían función alguna. Wiedersheim hizo notar que algunas, como las glándulas tiroides y adrenal, tenían probablemente alguna función, por lo que podrían no ser verdaderamente vestigiales, y que lo mismo podría decirse de otros órganos. Pero algunos de sus seguidores no fueron tan cautos, por lo que no fue raro que las glándulas timo y la pituitaria, así como el apéndice fueran declarados completamente inútiles.11 Esta postura era necesaria para oponerse a los creyentes en un diseño, ya que si estos órganos cumplían alguna función, su existencia en un organismo diseñado no serviría como prueba en contra de un diseñador.12 Sin embargo, investigaciones posteriores hallaron funciones para todas estas estructuras, destruyendo, algunas veces dramáticamente, los argumentos en contra del diseño. Podría afirmarse que, en este caso, el prejuicio a lo sobrenatural fue perjudicial para la ciencia, ya que llevó a algunos científicos a no investigar las posibles funciones de una estructura debido a sus prejuicios naturalistas.
Se podría aun afirmar que ese prejuicio causó varias muertes. Aunque el bazo no estaba en la lista de Wiedersheim, cuando yo estudiaba medicina era común catalogarlo como un órgano inútil del que bien podríamos prescindir, ya que sangraba cuando sufría una lesión. (Su única función, se decía, era mostrar que los humanos y los perros tenían un antepasado común; en los perros, el bazo acumula sangre para una autotransfusión en caso de hemorragia.) Como resultado, en caso de lesión, generalmente era extraído, sin intento alguno de preservar su función. Sólo más tarde se descubrió que el no tener el bazo predispone a serias infecciones de neumococos. Hoy en día, se trata de preservar su función siempre que sea posible, ya sea por reparación quirúrgica o dejando fragmentos en el abdomen con la esperanza de que se aglutinen.
Puede decirse que esta fue una falla de los defensores del naturalismo. Todo órgano verdaderamente vestigial debería perderse eventualmente, quizá con relativa rapidez. Pero el admitir esto los privaría de uno de sus argumentos favoritos.13 La necesidad de desacreditar a los creacionistas aparentemente les impidió realizar una evaluación concienzuda de las evidencias y la teoría.
La historia se repitió en el caso de la controversia en torno al “ADN basura”. Cuando se descubrió el ADN, muchos evolucionistas supusieron que en el genoma de diversos organismos, incluido el humano, existían vastas cantidades de ADN totalmente inservible, al que denominaron “ADN basura”. Como destaca Standish,14 acaso estaban ignorando la teoría evolucionista debido a sus prejuicios contra los creacionistas. Lo importante es que los creyentes en lo sobrenatural realizaron por lo general una mejor predicción respecto del alcance del “ADN basura” y, por lo tanto, los prejuicios en contra de lo sobrenatural pueden haber obstaculizado la investigación (lo opuesto de lo que generalmente se dice).
Una comprensión creciente
Esto nos lleva a un punto importante. Una de las razones por las que la “ciencia” (el naturalismo) afirma no perder en estos debates es porque incorpora a su perspectiva descubrimientos que originalmente se pensaba que favorecían a la “religión” (lo sobrenatural). Temas como la temporalidad del universo y los daños del tabaco son incorporados al modelo naturalista, y el naturalista moderno a menudo no es consciente de los matices religiosos de estas ideas, sino que las ve como un ejemplo más del avance continuo de la ciencia.
Sin embargo, rara vez se le concede a la religión la misma flexibilidad. Por ejemplo, la enorme mayoría de los teólogos han aceptado una concepción heliocéntrica del sistema solar. No obstante, los naturalistas siempre les recuerdan a los cristianos que hubo un tiempo cuando la mayoría de ellos15 estaba en desacuerdo con esa teoría, y que la Iglesia Católica forzó a Galileo a retractarse y prohibió sus libros, una acción que ha tenido que repudiar. Pero si uno cree que el cristianismo moderno es responsable de los errores de la mayoría de sus predecesores, uno puede creer lo mismo de los naturalistas.
Añadir leyenda
Esto nos lleva a un último punto. La razón principal por la que se afirma que “la religión siempre pierde” es evitar reconocer que, en la actualidad, la perspectiva sobrenatural parece estar ganando el debate; y si esto continúa, el naturalismo quedará derrotado. Éste puede asimilar la historicidad de los números de Reyes y Crónicas, o la toxicidad del tabaco, o aun (como el deísmo) el Big Bang. Pero el naturalismo no puede sobrevivir sin una explicación naturalista del origen de la vida. Y sin embargo, esa explicación no es siquiera remotamente plausible. Cuanto más sabemos del universo, peores son las perspectivas. Implícitamente, el naturalismo lo reconoce. La mejor prueba de ello es su insistencia en el origen monofilético de la vida (todas las formas de vida descenderían de una forma original). A pesar de las evidencias de una explosión de la vida durante el cámbrico16 y de los diversos códigos genéticos de algunos organismos (como el paramecio), los naturalistas continúan insistiendo en que todos los organismos vivos tienen un antepasado común. Si realmente creyeran que la vida comenzó tan fácilmente, aceptarían la hipótesis de que comenzó en diversos momentos de la historia. El aferrarse al origen monofilético de la vida indica que implícitamente reconocen la dificultad de lograr que la vida comience siquiera una vez.
Pero ellos están absolutamente comprometidos con el origen natural de la vida. Algo de este espíritu puede percibirse en un pasaje del valoso libro de Robert Shapiro titulado Origins: A Skeptic’s Guide to the Origin of Life on Earth 17. En él, Shapiro se refiere a las fallas de las diversas teorías sobre el origen de la vida, para finalmente optar por la teoría de los péptidos pequeños no modernos, que le parece menos problemática. Pero en la página 130 revela sus prejuicios: “Puede ser que llegue el día cuando todos los experimentos químicos razonables descubran que, más allá de toda duda, no se conoce el origen de la vida. Acaso nuevas evidencias geológicas podrían indicar una aparición repentina de la vida en la Tierra. Finalmente, podríamos haber explorado el universo sin hallar en ningún lugar vestigios de vida o procesos que podrían producirla. En ese caso, algunos científicos podrían buscar respuestas en la religión. Otros, sin embargo, entre los que me incluyo, examinaríamos las explicaciones científicas menos probables con la esperanza de escoger una que fuera aún más probable que las otras”.
Es decir que el naturalismo debe defenderse de lo obvio. Y la mejor defensa es: “Aún no hemos perdido. Seguiremos esperando hasta encontrar mejores argumentos”. En cuanto al origen de la vida, se ve que el naturalismo habría perdido el debate hace ya mucho tiempo si sus adherentes lo hubieran reconocido.
El problema de afirmar que en estas disputas “la religión siempre pierde” es que no es verdad. No es verdad, en retrospectiva, y si continúan las tendencias actuales de investigación, tampoco lo será. Una afirmación tal debería ser reconocida por lo que es, una declaración de fe contraria a las evidencias de la historia y la ciencia. La religión no siempre pierde.18
Paul Giem es médico emergentólogo residente en California. Entre sus intereses académicos se encuentran la relación entre ciencia, religión e historia, y es autor de un libro sobre el tema: Scientific Theology (disponible en http://www.scientifictheology.com). Su dirección electrónica: paulgiem@yahoo.com.
REFERENCIAS
1. Edwin Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings, 3ra ed. (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1983, p. 12) da varios ejemplos, como el de Heinrich Ewals (The History of Israel, Londres, 1876), Julius Wellhausen (“Die Zeitrechnung des Buchs der Könige seit der Theilung des Reichs”, Jahrbücher für Deutsche Theologie XX:607-40, 1875), and Bernhard Stade (Geschichte des Volkes Israel, Berlin, 1889).
2. The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings.
3. Kenneth. Strand, “Thiele’s Biblical Chronology as a Corrective for Extrabiblical Dates,” Andrews University Seminary Studies 34 (1996):295-317.
4. Paul Giem, Scientific Theology (Riverside, California: La Sierra University Press, 1977), pp. 98-109, contiene una discusión con referencias.
5. William Shea, “Bel(te)shazzar meets Belshazzar,” Andrews University Seminary Studies 26 (1988) 1:67-81.
6. “Extra-Biblical Texts and the Convocation on the Plain of Dura,” Andrews University Seminary Studies 20 (1982) 1:29-57.
7. Elena White, El ministerio de curación, p. 251. El libro se publicó originalmente en inglés en 1905, compilando escritos anteriores, con el título de The Ministry of Healing.
8. Robert Jastrow, God and the Astronomers (Nueva York: W. W. Norton and Company, 1978). Si bien los creyentes en lo sobrenatural no siempre estuvieron de un lado y los naturalistas del otro, como hace notar Helge Kragh (Cosmology and Controversy [Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1999], pp. 251-268), había sin embargo una tendencia de alinearse del lado más compatible con la evaluación personal del teísmo.
9. Citado, entre otros, en Oxford Reference Online, disponible en http://www.oxfordreference.com/pages/Sample_Entries__sample_01.html. La referencia más antigua que pude hallar, probablemente la fuente original, es G. Gamow, My World Line (New York: Viking Press, 1970), p. 44.
10. The Structure of Man: An Index to His Past History, trads. H. y M. Bernard; G. B. Howes (ed. London: MacMillan and Co., 1895).
11. Para comentarios sobre el apéndice, remítase a K. R. Millar, Finding Darwin’s God (New York: Cliff Street Books, 1999), pp. 100, 101.
12. Para que el argumento contra lo sobrenatural tenga éxito, es importante que la estructura a considerar no tenga función alguna. No es suficiente que tenga una función mínima y de fácil compensación. De otra forma, estructuras tales como los dedos pequeños o de los pies podrían considerarse innecesarias, ya que, si faltaran, sólo muy pocas funciones no pueden llevarse a cabo de la misma manera, pero al mismo tiempo, parece irracional afirmar que no podrían haber sido diseñadas.
13. Este argumento resulta tan atractivo que todavía se utiliza. Aparece, por ejemplo, en Millar, pp. 100, 101.
14. Standish, “Rushing to Judgment: Functionality in Noncoding or ‘Junk’ DNA,” Origins 53 (2002): 7-20. Disponible en http://www.grisda.org/origins/53007.pdf.
15. No todos; Felipe Melanchton fue una excepción.
16. La Explosión Cámbrica es el nombre dado a la evidencia de que si bien en las rocas precámbricas existen acaso tres o cuatro phylae (grupos básicos de organismos) en un muy breve período de tiempo, en la primera aparecen la mayoría de los phylae modernos (y aparentemente varios que desaparecieron), sin formas intermedias conocidas. Esto no es lo que uno podría esperar según la teoría evolucionista estándar.
17. New York: Summit Books, 1986.
18. Una versión anterior de este artículo fue publicada en Origins 55 (2004):3-8, disponible en http://www.grisda.org/origins/55003.pdf.

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miércoles, 9 de febrero de 2011

Premio Orgullo Peruano 2010 Noe Benjamin - UPeU

EL BESO DIVINO DE LA VIDA



En su libro Mortal Lessons: Notes on the Art of Surgery, el cirujano Richard Selzer narra lo sucedido una noche en que se encontraba junto al lecho de una mujer que comenzaba a recuperarse de una cirugía facial. Tenía la boca contorsionada grotescamente a causa de la operación. Se le había desarrollado un tumor en la mejilla y para extirparlo, el cirujano había tenido que cortar una diminuta fibra del nervio facial que correspondía a los músculos bucales. Por el resto de su vida, la boca iba a tener ese gesto extraño. Un hombre joven se encontraba en el cuarto, junto a su cama. Levemente iluminados por una lámpara, parecían ignorar al cirujano. “¿Quiénes son?”, se pregunta. “Él y la mujer con la boca deformada que yo causé; ellos, que se miran y se acarician con tanto afecto”.
“¿Me quedará la boca así para siempre?”, le pregunta ella, mirando al doctor.
“Sí, porque tuve que cortar el nervio”, explica Selzer.
Ella asiente en silencio.
Pero el visitante sonríe. “A mí me gusta”, comenta. “Te queda gracioso”.
Entonces Selzer se da cuenta de quién es el hombre, y baja la mirada. Sin preocuparse por la presencia del cirujano, el joven esposo se inclina y besa a su esposa en la boca torcida. Selzer estaba tan cerca que podía ver cómo él doblaba sus propios labios para acomodarlos a los de ella, para mostrarle que aún podían ser besados.1
Uno se pregunta cómo habrá hecho Dios para acomodar su boca y soplar en la nariz de Adán el aliento de vida (Génesis 2:7). ¿Puedes imaginarlo? El don de la vida es conferido a la raza humana en un encuentro cara a cara. Dios forma una obra de arte a partir del polvo húmedo de la tierra. En el proceso, se crea un vínculo entre el artista y su obra. Entonces llega el momento del toque final. ¡Sólo Dios lo hubiera pensado! Los labios vivientes se acercan a la fría nariz de lodo. Un soplo silencioso de vida pasa de la boca de Dios a la inerte escultura de barro. Los labios de polvo se llenan de vida. Los ojos fríos e inexpresivos se abren y se encuentran con la mirada danzante de los ojos divinos. El rostro sonriente de Dios permanece muy cerca. Sus manos aún sostienen el rostro del hombre. Es la primera experiencia de vida de Adán, un encuentro cara a cara con Dios. ¡Qué momento!
La identidad que Dios concede
El libro de Génesis traía buenas noticias a la generación de israelitas que se preparaban para entrar en la tierra prometida. Era un pueblo inseguro de su identidad y de su propósito en la vida y su futuro. Un pueblo que debía mantener una postura espiritual y moral en medio de una cultura inmoral que negaba a Dios. Un pueblo que luchaba por creer que la tierra prometida era mejor que Egipto o que cualquier refugio en el desierto. Tenía que ser diferente de sus vecinos paganos. Lo mismo se espera de nosotros, que somos el pueblo de Dios para el tiempo del fin. ¿Qué mejor imagen podemos tener que la de Dios tomando el rostro de Adán entre sus manos y acomodando sus labios contra sus narices polvorientas para darle vida? ¿Nos hizo a su imagen y su semejanza? Pues entonces, nuestra identidad moral y espiritual provienen directamente de Dios (Génesis 1:26-28).
A mediados de los años 90, el fabricante de juguetes Mattel lanzó a Barbie, la muñeca de más venta en el mercado de los juegos electrónicos. El bello maniquí de 28 centímetros ahora puede caminar y moverse en un programa informático interactivo. Incluye el programa “Diseñador de moda”, que permite crear hasta 15.000 diferentes atuendos que las Barbies muestran en una caminata tridimensional por una pasarela. Y también está el programa “Creación de historias”, donde es posible crear tus propios filmes de Barbie, incluyendo argumentos y escenas de acción. Se trataba de una estrategia comercial para que las niñas fueran tan adictas a la informática como lo son los varones. De esa manera, por más de 40 años, Barbie ha sido el medio por el cual las jovencitas han imaginado la vida y se han proyectado a su futuro.
Algo semejante ha ocurrido con las diversas teorías acerca de la naturaleza humana existentes en el mundo actual. Evolucionistas, sociólogos, psicólogos, seguidores de la Nueva Era, marxistas, budistas, musulmanes y cristianos de diversas convicciones han “vestido” al ser humano de diferentes maneras. Los marxistas dicen que nos forman las presiones socio-económicas. Los evolucionistas, que somos la culminación del desarrollo biológico natural de la supervivencia del más apto. Los de la Nueva Era afirman que somos dioses y parte de una vasta conciencia cósmica. Los existencialistas nos han dicho que sólo nosotros decidimos nuestro destino. Jean Paul Sartre declaró que “el ser humano es como una burbuja de conciencia en el vasto océano de la nada, en el que flotamos precariamente hasta explotar”.
Sin un claro sentido de identidad, podemos sentirnos perdidos y anónimos en medio de los miles de millones que pueblan nuestro planeta. El futuro puede parecer absurdo y sin sentido. Gran parte de la crisis moral de nuestra sociedad y las disfunciones familiares se deben a que existe confusión acerca de quiénes somos y para qué estamos en el mundo.
Afortunadamente, el Génesis nos recuerda que hemos sido creados a imagen del Dios que nos ama y está obrando para redimirnos. Este despertar repentino por el soplo en las narices de polvo inerte es significativo pues constituye el fundamento de lo que la Biblia enseña acerca de quiénes somos. Explica el propósito de nuestra vida y apunta a nuestro destino. Delinea nuestra dignidad, nuestras responsabilidades y derechos.
Un centro espiritual
Naomi Rosenblatt escribe: “Estar hechos a imagen de Dios nos proporciona un centro espiritual portátil”.2 Donde vayamos, esa esencia nos acompaña. “Si nos consideramos hechos a la imagen de Dios, nadie más puede definirnos”.3 Cuando somos conscientes de esa identidad espiritual, nadie puede usurparla ni reemplazarla, aun cuando pasemos por situaciones difíciles. Eso es lo que Israel necesitaba oír en el pasado. Eso es lo que necesitamos oír hoy como pueblo remanente de Dios que se encuentra a las puertas de la tierra prometida celestial. Y siempre debe ser parte del mensaje del evangelio a un mundo habitado por seres confundidos acerca de su origen, propósito y destino (Apocalipsis 14:7; 10:1, 5-7; 4:11; 21:1, 5).
Aquel despertar milagroso del Génesis indica no sólo que Dios tiene poder de crear algo de la nada (incluyendo la nada de nuestras vidas), sino también que tiene el deseo de que así sea. Esto ha sido afirmado en el Calvario, donde los labios de Jesús se contorsionaron al pronunciar palabras de dolor, angustia y perdón. El Apocalipsis nos promete que en la nueva creación los seres humanos verán una vez más el rostro de Dios cara a cara (Apocalipsis 22:4). Y sus labios pronunciarán palabras de bendición, sonreirán con gozo y entonarán una canción (Sofonías 3:17).
Hoy, en medio del sufrimiento y las pruebas, se nos invita a meditar en aquella primera manifestación del amor divino por nosotros, cuando Dios nos concede el aliento de vida para que reflejemos sus cualidades morales en este mundo. La cruz afirma ese milagroso comienzo y nos brinda el poder para ser restaurados por completo a su imagen (Romanos 5:10-21; Apocalipsis 12:10, 11). La promesa de la nueva creación revela no sólo quiénes somos sino también adónde vamos (Apocalipsis 22:3, 4; 2 Pedro 3:11-14; 1 Juan 3:1-3; Colosenses 3:1-10). Vivimos, pues, entre la creación primigenia y la restauración futura, seguros de nuestra identidad y confiados en nuestro glorioso destino.
¡Alabemos a Dios por ello!
  Walter Gabriel Quispe Apaza,.
REFERENCIAS
1. Richard Selzer, Mortal Lessons: Notes on the Art of Surgery (Nueva York: Simon and Schuster, 1974), pp. 45, 46.
2. Naomi H. Rosenblatt, Wrestling With Angels (Nueva York: Delacorte Press, 1995), p. 15.
3. Ibid., p. 14.

viernes, 19 de noviembre de 2010

http://www.nuevotiempo.org.pe/radiochat.php

Pr. Robert Costa invita a Semana de Evangelismo Satelital

Maravilloso Dios - Forgiven

MINISTERIO DE LA MUJER. Mision del lago titicaca

Con el lema “MORA EN MÍ, JESÚS”, se realizó el encuentro femenino de la MLT; estos seminarios se desarrollaron en las instalaciones de la UPeU (Filial de Juliaca). Contamos aproximadamente con 650 damas provenientes de los 33 Distritos Misioneros de la MLT.
Los seminarios que se dictaron fueron los siguientes:
• Devoción Personal (Seminario y Sociodrama) Amparo de Cahuana (MM MLT)
• Oración Intercesora (Seminario y Sociodrama) Amparo de Cahuana
• Recepción (Seminario y Sociodrama) Amparo de Cahuana
• Educación de los Hijos: “Voluntad divina para padres e hijos” Sra. Flor de Sandoval (UPS)
• Desarrollo personal: “Sanando sus heridas ocultas” Sra. Flor de Sandoval UPS
• Salud de la Mujer: “Higiene íntima” Dra. Norka Huamalíes (Clínica de Juliaca)
Como invitada especial tuvimos a la Sra. Flor de María Sauco de Sandoval, Departamental de los MM y del Mn. de la Unión Peruana del Sur y a la Dra Norka Huamalíes, Directora de la Clínica Americana de Juliaca).
Estamos muy contentas de poder ayudar a las damas de nuestra misión en los diferentes aspectos para un mejor desarrollo tanto físico, mental y espiritual.
Con el lema “MORA EN MÍ, JESÚS”, se realizó el encuentro femenino de la MLT; estos seminarios se desarrollaron en las instalaciones de la UPeU (Filial de Juliaca). Contamos aproximadamente con 650 damas provenientes de los 33 Distritos Misioneros de la MLT.
Los seminarios que se dictaron fueron los siguientes:
• Devoción Personal (Seminario y Sociodrama) Amparo de Cahuana (MM MLT)
• Oración Intercesora (Seminario y Sociodrama) Amparo de Cahuana
• Recepción (Seminario y Sociodrama) Amparo de Cahuana
• Educación de los Hijos: “Voluntad divina para padres e hijos” Sra. Flor de Sandoval (UPS)
• Desarrollo personal: “Sanando sus heridas ocultas” Sra. Flor de Sandoval UPS
• Salud de la Mujer: “Higiene íntima” Dra. Norka Huamalíes (Clínica de Juliaca)
Como invitada especial tuvimos a la Sra. Flor de María Sauco de Sandoval, Departamental de los MM y del Mn. de la Unión Peruana del Sur y a la Dra Norka Huamalíes, Directora de la Clínica Americana de Juliaca).
Estamos muy contentas de poder ayudar a las damas de nuestra misión en los diferentes aspectos para un mejor desarrollo tanto físico, mental y espiritual.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

REAVIVAMIENTO ESPIRITUAL . Ted Wilson, líder mundial adventista,

La apertura del Concilio Quinquenal de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en Foz de Iguazú, Brasil, esta mañana fue marcada por la inspiración y por el llamado a un reavivamiento espiritual. El pastor norte americano Ted Wilson, líder mundial adventista, llamó a las decenas de líderes sudamericanos adventistas para que busquen un compromiso individual con Dios antes de ejercer sus funciones.
El Concilio se realiza cada cinco años y es el momento donde se toman varias decisiones administrativas para todas las instituciones adventistas en los ocho países sudamericanos. Aquí se realizan nombramientos de los diversos cargos y son presentados los proyectos misioneros de los próximos años. Wilson dice que los pastores y líderes necesitan reconocer su necesidad de Dios y humillarse ante él diariamente.
“Jesús debe ser el enfoque de todo lo que hacemos”, afirmó traducido por el Pr. Alberto Timm.
El líder mundial también habló sobre la palabra reavivamiento, que también es parte del lema del Concilio Quinquenal 2010, Reavivados para cumplir la misión. El reavivamiento tiene relación directa con la necesidad de buscar la presencia del Espíritu Santo como garantía del éxito, mediante el estudio de la Santa Biblia, y la divulgación de sus enseñanzas al mayor número de personas posibles. Este es el desafío que los adventistas tomaron para sí desde su organización oficial en el Siglo XIX.
El presidente general de los adventistas en el mundo, responsable por el liderazgo de más de 16 millones de miembros en más de 200 países, recordó que no es posible delegar el reavivamiento y la reforma. Se trata, según su evaluación, de una actitud particular y constante. “El compromiso espiritual es fundamental en el tiempo en que vivimos”, completó. Dentro de esta estrategia de motivar a los presentes a tener más tiempo de comunión y contacto con Dios, cada mañana a las cinco de la mañana, un mensaje impreso está siendo colocado debajo de la puerta de cada pieza de los participantes.
Según recordó el Pr. Erton Köhler, líder sudamericano de los adventistas, la idea es ayudar a recordar que cada uno necesita priorizar momentos de reflexión con Dios cada día. El Concilio continuará hasta el próximo sábado 13.

martes, 16 de noviembre de 2010

Himno Un día de Esperanza - UPsur

Mesage de final de año con Pr. Erton Köhler

PASTOR. Ted NC Wilson PRESIDENTE MUNDIAL DE LA IASD.

Ted NC Wilson, originario de Norte America uno de los vicepresidentes de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, fue elegido hace minutos como el nuevo presidente de los 16,3 millones de miembros denominación protestante mundial. Wilson fue nombrado por 246 votos de la Comisión de Nombramientos y confirmado por los delegados de la sesión de la Conferencia General, que es un organismo internacional de 2.410 miembros designados y el máximo órgano de gobierno en la iglesia.
Wilson sustituye a Jan Paulsen, quien se ha desempeñado como presidente desde 1999. El nombramiento tuvo lugar en la 59 Sesión de la iglesia de la Conferencia General, que se celebra en el Georgia Dome y el adyacente World Congress Center en Atlanta, Georgia, Estados Unidos.
Wilson, de 60 años, fue elegido como uno de los vicepresidentes generales de la Iglesia Adventista en 2000 durante la Sesión General de la Conferencia en Toronto. Sus 36 años de servicio denominacionales incluyen los puestos administrativos y ejecutivos en los Estados Unidos del Atlántico Medio, África y Rusia.
Wilson es el hijo del ex presidente de la Conferencia General Neal C. Wilson, quien se desempeñó en el cargo desde 1979 hasta 1990.
El Pr. Marcos Blanco, Jefe de Redacción de la Asociación Casa Editora Sudamericana, expresó lo siguiente con respecto a la nominación: “El Pr. Wilson es uno de los administradores que mejor conoce la Iglesia Adventista mundial. Además, es reconocido por sostener enfatizar el estudio de la Biblia y los escritos de Elena de White. Él estuvo detrás del programa “Conectando con Jesús”, que distribuyó ampliamente los escritos del Espíritu de Profecía. Considero que su liderazgo beneficiará a la iglesia e impulsará el cumplimiento de la misión”.

viernes, 8 de octubre de 2010

¿Qué tamaño tiene tu DIOS?


El tamaño de algo se determina por unidades de medida, las que varían dependiendo del objeto que medimos. El oro se mide en onzas o gramos; el carbón, en toneladas. El petróleo crudo se despacha en barriles, la gasolina refinada se vende por litros o por galones. El tamaño de una caja se define por su longitud, anchura y altura, en centímetros o en pulgadas, y para alfombrar una habitación se habla de metros cuadrados o yardas cuadradas. Como los metros o las yardas son inadecuados para indicar la distancia entre Nueva York y Nairobi, usamos kilómetros o millas. Pero las distancias interplanetarias demandan años luz, y un año luz es igual a la distancia que la luz viaja en un año a la velocidad de 300.000 km (186.000 millas) por segundo. ¡Algo casi impensable!

Pero, ¿qué tamaño tiene tu Dios? ¿Está él tan distante y es tan infinito que el espacio y el tiempo no significan nada para él? ¿Es él tan trascendente que podemos reconocerlo como la base moral o la causa primera del universo, y luego dejarlo solo con su grandeza, y seguir nuestras vidas sin referencia a su existencia o a sus demandas? ¿O se halla tan cercano, tan inmanente, tan involucrado en la vida y sus miríadas de movimientos que vive en ese árbol o se lo encuentra en esta piedra o es una parte de todo lo que existe, una especie de ser panteísta, y lo hacemos como uno de nosotros? Y todo esto, ¿tiene realmente sentido, después de todo?
Para el salmista, el asunto del tamaño de Dios era de importancia. “¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra” (Sal. 139:7-10). Reflexiona sobre esto, y tendrás una idea del infinito: no del tipo matemático, donde el infinito está más allá de lo alcanzable, sino de la dinámica espiritual, en la cual Dios puede ser a la vez trascendente e inmanente; infinito, pero puede amar lo suficiente como para identificarse con las necesidades y preocupaciones humanas. Por ello David se asombra y siente contentamiento: Dios está en el cielo omnipresente, omnisciente, omnipotente y sin embargo lo suficiente interesado como para que podamos decir: “Me asirá tu mano”.

En este mismo asombro y contentamiento reside uno de los desafíos más grandes que confrontamos como cristianos con respecto a Dios: la tentación de considerar a Dios desde el punto de vista de nuestras limitaciones y cuestionar su poder y fortaleza. 

Resistamos la tentación
Pero los cristianos que aceptan la Biblia como revelación de Dios para la humanidad no están sin ayuda para resistir tal tentación. La Biblia habla de la revelación última que Dios realiza en la persona de Jesús, en quien lo finito y lo infinito se fusionan. En él lo divino y lo humano, el totalmente Otro y Aquel que se identificó con nuestras debilidades y fragilidad, se unieron para mostrar que la vida puede vivirse en estrecha relación con Dios, sin diluir su infinitud magnífica.
Jesús demostró el poder de Dios en su vida, muerte y resurrección, poder que tocó y transformó la vida de sus discípulos. El tímido y atropellado Pedro llegó a ser el predicador intrépido del día de Pentecostés. El Tomás que dudaba buscando una evidencia científica y una prueba sensorial, cuando el Jesús resucitado lo confrontó, cayó a sus pies en humildad, exclamando: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28).
Pero la timidez de Pedro y la duda de Tomás no eran exclusivas de ellos. Pareciera que los cristianos de todas las épocas han tenido y tienen dificultades para creer en todos los aspectos de la revelación de Dios, si carecen de un apoyo aceptable. Por ejemplo, considera las palabras proféticas de Apocalipsis 1:7: “He aquí que viene con las nubes: todo ojo lo verá”. Algunos preguntan: ¿Cómo pueden todos los habitantes de la tierra ver la venida de Jesús al mismo tiempo, dado el hecho de que la tierra es redonda? Una pregunta científica, es cierto, pero que ignora el hecho de que en este caso nos confrontamos con un evento divino, y no debemos entender a Dios en términos de las limitaciones humanas. Considera que aun nosotros, los humanos, hemos desarrollado en nuestros días la capacidad tecnológica de lograr que un acontecimiento determinado sea visto alrededor de la tierra al mismo tiempo. No estoy sugiriendo que Cristo usará satélites y la televisión para difundir su segunda venida. Pero me refiero a que si los seres finitos han logrado diseñar un sistema mediante el cual un incidente sobre esta tierra puede verse simultáneamente por todos sus habitantes, ¿por qué limitaremos a un Dios infinito al decir que él no puede lograrlo de la manera que él mismo escoja? ¿Qué tamaño tiene tu Dios? 

El poder de Dios y la creación
Una área en la que se observa en forma especial este problema de limitar el poder de Dios es el origen de la tierra y de la vida sobre ella. Los científicos afirman que esta tierra, junto con muchas galaxias y planetas, fue el resultado de la explosión de alguna masa de origen desconocido, y que la vida se desarrolló eventualmente cuando se produjeron las condiciones adecuadas. Pero la teoría de la evolución no es tan científicamente sólida como se hace creer a mucha gente y varios trabajos eruditos han señalado los problemas de la teoría de la evolución (ver recuadro).

Existe una diferencia filosófica básica entre un científico que apoya el evolucionismo y uno que cree en la creación. La ciencia trata acerca de los fenómenos naturales. La teoría de la evolución explica el origen del planeta Tierra y la vida sobre él, usando las leyes naturales cuyos efectos se observan en el mundo. El problema es que hay brechas significativas que no pueden salvarse con ninguna ley conocida o fenómeno observado. Por ejemplo, la antiquísima pregunta. “¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?”. Todo pollo sale de un huevo que se empolla, y cada huevo es puesto por una gallina. La aparición del primer huevo o la primera gallina, de cualquier otro modo, no es natural, ¡para decir lo mínimo! Los científicos creacionistas señalan esto y dicen que la ciencia sólo puede considerar las leyes naturales que fueron establecidas como parte de una creación sobrenatural. Esto se entiende mejor si comparamos la fabricación y el mantenimiento de un automóvil. Así como las herramientas que son totalmente satisfactorias para arreglar un vehículo son inadecuadas para su fabricación, las leyes científicas que sirven apropiadamente para comprender el funcionamiento y el mantenimiento de este mundo son inadecuadas para dar cuenta de su origen.
La primera ley de la termodinámica, que trata de la conservación de la energía, afirma que los procesos naturales no pueden crear ni destruir la energía, sino que sólo pueden convertir la energía de una forma en otra. Esto fija una limitación importante a la naturaleza. Como la materia es una forma de energía, la naturaleza no puede dar razón de la energía total del universo, incluyendo la materia; de allí la necesidad de lo sobrenatural. ¿Podría esto sobrenatural ser el Dios Creador, revelado más específicamente en Jesucristo?
Los que creen que la Biblia es la revelación de Dios no deberían sorprenderse si cualquier determinación científica de la edad de la tierra no guarda consistencia con la historia de la creación. El acto de la creación implica un acontecimiento sobrenatural que dio como resultado una tierra madura, completamente desarrollada, con sus habitantes al final de la semana de la creación. Cualquier método para datar la tierra científicamente involucra suposiciones de condiciones y procesos naturales, y no dará resultados que apoyen una base de creación sobrenatural.

Como Dios creó este mundo en forma sobrenatural, ningún método de datación científica de la tierra, aun en los días de Adán, podría dar resultados que estuvieran en armonía con la creación. La entrada del pecado cambió la perspectiva de la humanidad y ha puesto límites a la comprensión humana. Aquí es donde entra la fe. “Por la fe comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía... Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan” (Heb. 11:3, 6).

Se necesita precaución
Lo que hemos considerado hasta ahora nos advierte que debemos ser cuidadosos al buscar, desde nuestra perspectiva humana, poner un límite a la persona y el poder de Dios. No podemos medir ni comprender a Dios desde el punto de vista de nuestra inadecuación. Tampoco podemos apreciar completamente el papel de Dios en esta tierra y su historia, desde la perspectiva limitada de nuestra inteligencia. Podemos pensar, sondear, inquirir, analizar —en realidad Dios nos anima a hacerlo–, pero llega un punto en el que nos confronta el vasto abismo entre lo finito y lo infinito. Lo finito no puede abarcar o comprender plenamente lo infinito; lo finito sólo puede creer. Allí es donde la fe viene a nuestro rescate. Y mientras estudiamos y teorizamos, los que afirman su fe en Dios confesarán humildemente que no todas las cosas son claras todavía. “Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:12).

¿Qué tamaño tiene tu Dios? ¿Es suficientemente grande para darle sentido a la vida, aunque no podamos comprender todos los misterios involucrados en ella? ¿O es tan pequeño que la vida llega a ser un viaje tortuoso, vapuleada de aquí para allá, de la vacilación a la duda y de la duda a la desesperación? La elección es tuya.

E. Theodore Agard (Ph. D., University of Toronto) sirvió por muchos años como físico de radiaciones y oficial de seguridad de radiaciones en el Kettering Medical Center, Dayton, Ohio. Continúa investigando, escribiendo y dando conferencias. Su dirección: P.O. Box 678425; Orlando, Florida, 32867-8425; E.U.A. E-mail: etagard@mciworld.com

GUILLERMO MILLER: el Hombre Detrás de la HISTORIA de 1844


Es el 22 de octubre de 1994. Miles de adoradores de todas partes de los Estados Unidos se congregaron en la hacienda de Low Hampton, en Nueva York. Habían venido no sólo a adorar, sino también a conmemorar un acontecimiento religioso que ocurrió hace 150 años; a recordar la época cuando los "fieles" habían vendido sus tierras, enmendado sus errores y reunido en Low Hampton para esperar la segunda venida de Cristo. Habían venido a renovar su compromiso con una visión, porque "la visión tardará aún por un tiempo... aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá" (Habacuc 2:3). 

Vinieron a recordar a Guillermo Miller, el hombre detrás de la historia de 1844.
Añadir leyenda
Guillermo Miller nació el 15 de febrero de 1782 en Pittsfield, Massachusetts, en la región noreste de los Estados Unidos. Su padre había luchado en la guerra de la revolución norteamericana. Aun cuando no hizo una profesión pública de religión, había puesto a disposición de los vecinos su casa para la adoración y predicación. Su madre, Paulina Phelps, hija de un pastor bautista, trajo al hogar una rica herencia religiosa.
La vida del joven Guillermo corre paralela al período temprano de la historia norteamericana y al mismo tiempo la refleja. Fue el mayor de los 16 niños y "la suya fue una historia de pobreza, un ansia inusual por aprender a leer, la necesidad de la diligencia en la actividad agropecuaria para asegurar la supervivencia"1. Su herencia fue un orgullo de patriotismo y religión, del ideal de progreso yanqui. Su época, como su vida, estuvo llena de "aplastantes incertidumbres y acuciantes cambios".2
Forjando su vida
Cuando Guillermo tenía apenas cuatro años, sus padres se mudaron a un campo de 100 acres, "un desierto casi deshabitado"3 en Low Hampton, en el noreste de Nueva York. El pago anual de la hipoteca ascendía a alrededor de 20 barriles de trigo. Había sólo seis casas esparcidas en la región. En este asentamiento, donde merodeaban animales salvajes, se derribaban árboles para construir caminos y se abrían claros en la espesura, los Miller vivieron controlando la naturaleza por medio de la agricultura. Era una vida ruda que hacía necesario que el pequeño Guillermo ayudara en el campo. La educación se limitaba a tres meses de escuela durante el invierno, cuando había pasado la cosecha. Entre los 9 y los 14 años, Miller asistió a la escuela local. Durante los largos meses de invierno, la mamá Miller le enseñaba a leer a Guillermo. Y él se tornó en un ávido lector, sediento de conocimiento. El único material disponible era la Biblia, el himnario y el libro de oraciones. Cuando pasó la edad escolar, continuó aprendiendo por sí mismo. 

Los candiles constituían un lujo, de modo que Guillermo aprendió a conseguir luz de los pinos para leer. Una noche, cuando permaneció leyendo hasta tarde, su padre se despertó y al ver la luz llameante pensó que la casa se estaba incendiando. Al encontrar a Guillermo leyendo, lo envió rápidamente a la cama. Pronto el voraz lector se dio cuenta que la comunidad era un buen recurso de material de lectura. Algunos le prestaban libros, otros se los concedían a su pedido.4
En su adolescencia Guillermo comenzó a mantener un libro diario. Una anotación fechada el 10 de julio de 1791 lleva el siguiente encabezamiento: "La historia de mi vida" y tiene la siguiente declaración: "Desde pequeño fui educado y enseñado a orar al Señor". Su vida temprana fue similar a la de la mayoría de los muchachos de esos días. Sin embargo, Guillermo anhelaba algo más. Incluso trató de obtener alguna ayuda de un generoso médico local para continuar estudiando. Sus sueños no se pudieron convertir en realidad, pero hizo lo mejor que pudo como autodidacta. Aprendió a usar bien las palabras y se convirtió en el "escriba general" entre los jóvenes. Si alguien quería que se redactara una carta o una poesía,   recurrían a Guillermo.5 La familia se mudó de nuevo a Pultney, en el estado de Vermont. Allí conoció a Lucy Smith y se casó con ella en 1803. Se unió a la fraternidad masónica y llegó a la orden más alta. Seis años después de su casamiento fue sheriff y también sirvió a la comunidad como juez de paz. Su interés primordial no era la agricultura, aunque trataba todavía de parecerlo. Por supuesto, sus escritos y lecturas continuaban. Leía las obras de escritores deístas, su historia y filosofía,   que obtenía en la biblioteca pública. Escribía cartas, notas, editoriales en periódicos y poemas patrióticos, uno de los cuales fue usado por su comunidad para las celebraciones de la independencia. Pareciera   que su trasfondo patriótico y los distinguidos ejemplos de su padre y de su abuelo en las guerras previas hicieron que Miller dejara un trabajo seguro en su vecindario y se ofreciera en 1810 como voluntario en el servicio militar. Peleó en 1812 en la guerra norteamericana contra el ejército británico, y en la batalla de Plattsburgh, vio a los norteamericanos, desventajados en número, aplastar a los británicos, por lejos superiores. Este incidente constituyó un punto de giro en la vida de Miller.
Un deísta insatisfecho 

Aunque Guillermo había abrazado el deísmo, no estaba totalmente satisfecho. Le perturbaba   el postulado deísta según el cual la naturaleza humana era básicamente buena y honesta; sus lecturas y la observación mostraban justamente lo opuesto.6 La batalla de Plattsburgh desarmó su creencia en el deísmo. Hizo un recuento del incidente: "Muchas circunstancias convirgieron en debilitar mi confianza en la corrección de los principios deístas... Estaba particularmente impresionado con esto... cuando estaba en la batalla de Plattsburgh, cuando 1.500 regulares y 4.000 voluntarios derrotábamos a los británicos, que eran 15.000 fuertes... Un resultado tan sorprendente en condiciones tan desparejas, me pareció más bien como el trabajo de una potencia más poderosa que el hombre".7
El resultado de la batalla le hizo desafiar otro credo deísta, según el cual Dios no interfiere en los asuntos humanos. Además, durante la guerra de 1812 Miller perdió a una hermana y a su padre, en rápida sucesión, poniéndolo cara a cara con la muerte y su propia mortalidad. Esos eventos lo indujeron a retornar a la herencia religiosa de su juventud, a la que se había opuesto. Miller, como muchos de su época, estaba interesado en reformar la sociedad. Estaba involucrado en la temperancia y otras reformas. Guillermo Garrison (1805-1879), un periodista norteamericano famoso por sus denuncias en contra de la esclavitud, describió a Miller como un franco amigo de la causa de la temperancia, la abolición, la reforma moral y la paz. Parecía estar en favor de tratar bien a todos los seres humanos, aunque no hay evidencias de que haya estado directamente comprometido con algún movimiento en contra de la esclavitud. 

Aun cuando estaba en el ejército, Miller continuó haciendo todas las cosas que amaba. Escribía a menudo a su esposa y se preocupaba extremadamente cuando no recibía regularmente cartas de ella. Se mantenía alejado de los vicios, tan comunes en la vida militar, y era altamente respetado. Cuando retornó del ejército en 1815, tuvo que atender negocios de la familia. Su padre había muerto dejando una hipoteca en la propiedad de Low Hampton. Levantó la hipoteca y permitió a su madre seguir viviendo en la casa. Entonces compró un campo a menos de un kilómetro de allí y mudó a su familia de Vermont a Low Hampton. Construyó una casa del estilo de la Nueva Inglaterra de entonces, "blanca, con persianas verdes y roja en el lado de atrás".
Una vez más Miller se volvió un participante activo en la comunidad. Cerca de su casa había un hermoso bosque que había sido escogido para la fiesta del Día de la Independencia, el 4 de julio de 1816. Su generosidad de espíritu también lo llevó a abrir su casa al ministro, su tío Eliseo Miller, de la iglesia cercana. Como lo habían hecho sus padres, su hogar estaba abierto a los predicadores de varias denominaciones que llegaban de visita. Encontraban alimento allí y, para el deleite de sus amigos y el horror de la familia, Miller se burlaba de la fe de ellos.8 

Aunque no estaba totalmente entregado al cristianismo, asistía a la iglesia cuando estaba el ministro. Cuando el pastor se iba del pueblo y el sermón era leído por el diácono, Miller sentía que "no era edificado por la manera en que leían los diáconos" y se ausentaba. Su madre, buena y astuta, notaba su ausencia y, al enterarse del motivo, hizo arreglos para que él leyera cuando el ministro estuviera ausente. Esas lecturas deben haber influido imperceptiblemente en el pensamiento de Miller.
Un cambio crucial
Dos acontecimientos ocurridos en 1816 lo llevaron a un punto crucial de su vida. El 11 de septiembre él sus amigos estaban muy entusiasmados con un baile que se realizaría como evento principal en celebración de la batalla de Plattsburgh. Como parte de las celebraciones, el Dr. B. predicó unas pocas noches antes que el baile tuviera lugar. De acuerdo con Bliss, el efecto del sermón fue evidente: "Al regreso, la señora M(iller), que había permanecido en casa, observó un asombroso cambio en su comportamiento.   Su espíritu festivo había desaparecido y todos estaban profundamente pensativos y sin deseos de conversar... Estaban totalmente incapacitados para desempeñar cualquier parte en los arreglos festivos... En ese vecindario hubo reuniones de oración y alabanza en vez de frivolidad y baile".9
El siguiente domingo Guillermo Miller fue llamado otra vez a leer el sermón que habían seleccionado los diáconos. Tan pronto como comenzó a leer el discurso sobre la "Importancia de los deberes de los padres", le sobrevino una profunda emoción y tuvo que dejar de leer. Parece que su lucha con los conceptos deístas finalizó en este punto, según lo refirió más tarde: 

"Repentinamente el carácter de un Salvador impresionó vívidamente mi mente. Parecía que debía haber un Ser tan bueno y compasivo al punto de presentarse a sí mismo como expiación por nuestras transgresiones y por lo tanto salvarnos de sufrir la penalidad del pecado... Pero surgió la pregunta: ¿Cómo se puede probar que tal Ser existe?"10
Esto fue el comienzo de la experiencia de conversión de Miller. Guillermo Miller, el deísta, el burlón, se volvió cristiano. Inmediatamente comenzó un culto familiar y abrió su casa para reuniones de oración. Así como había sido un soldado devoto y leal por su país, ahora se convirtió en un soldado por su Salvador. Sus amigos consideraron su conversión como una enorme pérdida, pero Miller tomó la determinación de conducirse a sí mismo como un valioso ejemplo de cristiano. Como crítico del cristianismo conocía todas las críticas; ahora usaba todos sus poderes racionales para contestar las mismas preguntas que se había formulado previamente.11
Y comenzó su búsqueda con la Biblia. Renunció a todas sus presuposiciones y decidió permitir que las Escrituras hablaran por sí mismas. A partir de su profundo e intenso estudio, desarrolló las siguientes ideas: la Biblia es su propio intérprete; algunas partes de la Biblia, tales como las profecías, son simbólicas; los libros de Daniel y Apocalipsis predicen el retorno literal de Cristo, que podría ocurrir pronto, dentro de los siguientes 25 años.12
Mientras realizaba sus investiga-ciones, Miller continuó como agricultor, sirviendo como juez de paz y asistiendo fielmente a la iglesia. Aparte era padre de ocho hijos--seis varones y dos mujeres--. Un hijo y una hija murieron mientras eran bebés y otro a los cuatro años. Con todo, Miller encontraba tiempo para estudiar la Biblia, impulsado por una sed de la verdad. Luego de dos años de intenso estudio les habló a sus amigos y vecinos acerca del pronto retorno de Cristo, pero encontró poco entusiasmo y aceptación. Muy poco tiempo después Low Hampton pasó por una ola de reavivamiento y Miller se sintió culpable de no haber compartido lo que él consideraba como la verdad más importante del momento. Aunque sentía que Dios lo estaba llamando a predicar, se resistía. 

Un trato con Dios
Finalmente, le hizo una promesa a Dios. En agosto de 1831 decidió que si se le pedía que predicara, esto sería una señal de que Dios quería esparcir la verdad que él había encontrado. A la media hora de haber tomado la decisión recibió una invitación para hablar en un pueblo vecino.13 De allí en adelante, fue de pueblo en pueblo usando el estilo de predicación de reavivamiento. Su mensaje se centraba en la entrega a Cristo y en su pronto retorno. Por medio del tratamiento lógico del tema basado en la Biblia, su ferviente sinceridad y su poderoso mensaje, ganó muchos conversos y seguidores.
Con todo, la mayoría de los ministros de cultos de esa época no siguieron a Miller y comenzaron en verdad a oponerse a su predicación. Sin embargo, Miller revitalizó la evangelización del momento.14 El principal método que usaban Miller y sus asociados para llevar el mensaje no era diferente de los de otros reavivamientos evangélicos. Sin embargo, estaba en una posición contraria al punto de vista popular de sus días cuando predicaba que Jesús vendría antes de la iniciación del milenio.15 Podría haber permanecido como un oscuro predicador viajando por los senderos de Nueva Inglaterra si no fuera por la determinación de un ministro y editor, Josué V. Himes, para llevar el mensaje millerita a Boston y otras ciudades. De este modo el mensaje y el mensajero se volvieron más visibles, en la medida en que los periódicos locales se referían a sus reuniones. Además, Himes le suplía de afiches, posters y otros medios de publicidad e imprimía y distribuía folletos, panfletos y otros materiales impresos.
Hacia 1834, las invitaciones a predicar vinieron con tal frecuencia y rapidez que Miller se convirtió en un predicador de tiempo completo. Un año antes la iglesia bautista local le había conferido una licencia para predicar, pero Miller no quería favorecer una denominación por sobre otra. Lo que le interesaba era que las personas se entregaran personalmente a Cristo y estuvieran listas para su pronto retorno. Era difícil ser predicador de tiempo completo, porque no recibía un sueldo regular y en muchas ocasiones ni siquiera el pago por los gastos de viaje. Tenía dos fuentes de ingreso. Una era su granja, que ahora confiaba a sus hijos y por la cual recibía una asignación regular para cubrir sus gastos. La otra fuente eran sus ahorros. Sólo cuando su mensualidad era insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas, Miller permitía que las iglesias compartieran sus gastos.16 

El movimiento se expande
En tanto se relacionaba con Himes y otros predicadores que aceptaban su idea del pronto regreso de Cristo, Miller comenzó a publicar su mensaje a través de la página impresa. Se distribuían folletos y panfletos en número creciente. El movimiento de Miller también adoptó el tipo metodista de reuniones campestres, el primero de los cuales tuvo lugar en Boston en mayo de 1842. Como resultado, el movimiento continuó expandiéndose, atrayendo a miles.
El mensaje original de Miller incluía un elemento de tiempo, pero él no estaba interesado en establecer una fecha particular. Creía que Jesús retornaría, de acuerdo con sus cálculos, en algún momento en torno de 1843. Entonces, finalmente, coincidió con la fecha del 22 de octubre de 1844. Junto con miles de seguidores, experimentó un amargo chasco cuando Cristo no retornó, como se esperaba. El día siguiente, escribió:
"Pasó. Y el siguiente día parecía como que todos los demonios desde el foso sin fondo fueran desatados sobre nosotros. Los mismos y muchos más que lloraban por misericordia dos días antes, estaban ahora mezclados con la turba y la mofa, ridiculizando y amenazando del modo más blasfemo".17
Pero Miller nunca cedió en su convicción del pronto retorno de Cristo. El 10 de noviembre de 1844 escribió a Himes: "He fijado mi mente sobre otro tiempo, y con esto quiero decir que permaneceré firme hasta que Dios me dé más luz, y ese tiempo es hoy, hoy y hoy hasta que él venga".18 Miller continuó predicando y animando a otros con la esperanza cristiana, aunque tenía que hacer frente a personas insatisfechas y a la crítica. 

En enero de 1848 perdió la vista, lo cual no le impidió mirar hacia adelante, a la venida de Cristo. Ese mismo año había construido una pequeña capilla, cerca de su casa, donde los creyentes adventistas fieles podían adorar. En la capilla están inscriptas las siguientes palabras citadas de la Biblia: "La visión tardará aún por un tiempo... aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá".19 Esta fue su posición sobre la segunda venida de Cristo hasta su muerte, a los 67 años, el 20 de diciembre de 1849. 

Las ideas de Miller sobre la profecía bíblica y el retorno inminente de Jesús pueden ser comprendidas mejor en el contexto de un movimiento religioso amplio que emergió en forma concurrente en Europa y en las Américas durante la primera parte del siglo XIX. Una vez apagado el reavivamiento millerita, muchas de esas ideas se consolidaron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que continúa predicando el inminente retorno de Jesús pero sin fijar una fecha específica.21

Joan Francis (Ph.D., Carnegie-Mellon University), es oriunda de Barbados y enseña historia en el Atlantic Union College, en South Lancaster, Massachusetts, Estados Unidos. 

Notas y referencias
   1. Ronald L. Numbers y Jonathan M. Butler, eds., The Disappointed: Millerism and Millenarianism in the Nineteenth Century (Indianápolis: Indiana University Press, 1987), p. 17.
   2. Marvin Meyers, citado por Numbers, p. 17.
   3. Sylvester Bliss, Memoirs of William Miller (Boston: Joshua V. Himes, 1853), p. 7.
   4. Ibíd.
   5. Ibíd.
   6. Id., pp. 32-33. Ver también George R. Knight, Millennial Fever and the End of the World (Boise, Idaho: Pacific Press, 1993), pp. 28-31.
   7. Bliss, pp. 52, 53.
   8. Id., p. 64.
   9. Id., p. 66.
10. Id., pp. 66, 67.
11. Id., pp. 67, 68.
12. Ver Bliss, capítulos 6-8 para detalles de su conversión y método de estudio de la Biblia.
13. Bliss, pp. 97-99.
14. Ruth Alden Doan, "Millerism and Evangelical Culture" en Numbers, p. 121.
15. Knight, pp. 54-55.
16. Id., pp. 57-59.
17. Carta manuscrita, 3 de diciembre de 1844, citada por Paul A. Gordon, Herald of the Midnight Cry: William Miller and the 1844 Movement (Boise, Idaho: Pacific Press, 1990), p. 103.
18. Gordon, p. 107.
19. Habacuc 2:3.
20. Ver, por ejemplo, Leroy Edwin Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, 4 t. (Washington, D.C.: Review and Herald, 1950-1954). Ver también "Manuel Lacunza: La Conexión Adventista", Diálogo 6:1 (1994), pp. 12-15 y "Francisco Ramos Mexía: ¿El Primer Adventista Moderno?" Diálogo 6:2 (1994), pp. 13-15.
21. Las declaraciones de Cristo sobre el particular son claras; ver, por ejemplo, Mateo 24:36, 42, 50; 25:13; Marcos 13:32; Hechos 1:6, 7. De acuerdo con Gordon (Herald..., pp. 119-120), Langdon, uno de los ocho hijos de Miller, se unió a los creyentes adventistas del séptimo día.