jueves, 12 de enero de 2012

QUEREMOS SER TU VOZ



                                 

QUEREMOS SER TU VOZ
Día del Joven Adventista 2012

Texto Base: Juan 1:19-23

INTRODUCCIÓN

            No existe nada más cansativo y monótono que estar solo. Nosotros no fuimos hechos para vivir así. Dios nos hizo a su imagen y semejanza, por lo tanto es propio de la naturaleza de Dios no querer estar solo en el universo.
            Es muy bueno tener un animalito para jugar, árboles y flores que rompen la monotonía del espacio. Pero, el perfume de las flores, la belleza del espacio y la ternura del cachorro de un animal a nuestro lado puede no retirarnos de la profunda soledad, de no tener a alguien para conversar y dividir las alegrías y  preocupaciones que están en el corazón..
            Así empezó Dios a crear. Su Palabra se hizo escuchar en el abismo del universo y lo no material no pudo prevalecer. Así, ese no material tomó forma y el vacío dio lugar a la existencia.
            El capítulo 1 del libro de Génesis nos muestra que Dios no creó algo estático. El aire llenó la tierra con la brisa suave que movía los árboles y arbustos del campo. El río quebrando en las piedras de su curso fabricaba sonidos que unidos a los sonidos del viento, de los pájaros y animales que se movían por la tierra, la tornó un lugar lleno de belleza.
            Todo vino a la existencia por el poder de Sus Palabras. Él habló, y todo se hizo. Hizo también el ser humano con inteligencia y raciocinio para poder disfrutar de las maravillas de su creación. Creo la pareja del Edén para revelarse a ellos. Está en el carácter de Dios revelarse, y Él se revelaba cada día, cerca del atardecer, a nuestros primeros padres.
            Uno de esos días, el ser humano selló su destino cuando hizo una pésima elección, perdiendo así el privilegio de tener contacto cara a cara con Dios. El Dios que hablaba personalmente, usó ahora el plan B de comunicación con su criatura. ¿Pero qué plan B sería ese?

JUAN EL BAUTISTA, LA VOZ

            En el Evangelio de Juan 1:19-23 (leer), leemos la historia de algunos fariseos que fueron enviados a Juan el Bautista para preguntar quién era él.
            Juan había creado mucha expectativa con su predicación. Sus enseñanzas cruzaron las fronteras de Judea y una gran multitud se codeaba cerca del para oír sus palabras. La religión fría de los judíos no encontraba eco en el corazón de las personas, sus rituales y símbolos no traían más significado a la vida de las personas. Estas andaban por la vida perdida “como ovejas que no tienen pastor”. Buscaban algo que llenase el vacío, que diera esperanza y trajera significado a la vida. Estaban cansadas de andar sin razón. Estaban cansadas de una vida sin motivo, sin destino, sin Dios.
            La cantidad de personas aumentaba alrededor de Juan el Bautista, no porque su mensaje fuera agradable al ego. Él predicaba arrepentimiento, conversión. Él predicaba un cambio de paradigmas, un nuevo orden de pensamiento y acción. Pero las personas no se importaban con  eso. Eran aquellas palabras que llenaban el vacío, que mostraba lo que ellas eran y lo que necesitaban ser. El mensaje de Juan el Bautista daba dirección a sus vidas.
            La pregunta que los fariseos hicieron fue sin rodeos, sin retórica: ¿Quién eres tú?
            Hay aquí una belleza en la línea de pensamiento del cuarto evangelio. El evangelista empieza el libro hablando del Verbo, o la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es Dios. La Palabra “se hizo carne y habitó entre nosotros”. Al hablar acerca de Juan el Bautista, el evangelista asevera que él no era la luz (1:8) pero vino para ser testigo de la luz. Él no era Aquel que hizo todas las cosas, pero un testigo de Aquel que hizo todo.
            Había poder en las palabras de Juan. Ese poder no era inherente, pero estaba en el hecho de que él no mostraba a si mismo al pueblo. El poder que había en él estaba en el hecho de que Juan no mostraba a él mismo al pueblo.
            Su respuesta a la pregunta: “Decláranos quien eres, para que demos respuesta a aquellos que nos enviaron; ¿qué dices acerca de ti mismo?”
            Juan el Bautista contestó: “Yo soy la voz…”
            Juan no era la luz, él era testigo de la Luz. Juan el Bautista no era la Palabra, él era el vehículo, el mecanismo por medio del cual la Palabra sería llevada a los seres humanos.

HOY, ¿QUIÉN ES LA VOZ?

            Así como en el tiempo de Juan, hoy las personas caminan en ese mundo sin un rumbo. Están en búsqueda de algo que dé razón a sus vidas, que les dé valor. Están cansadas de promesas vacías, de los filósofos, del ateísmo. Muchos están cansados de si mismos. Así camina la humanidad, “como ovejas que no tienen pastor”, desilusionados con la religión, pero por naturaleza, religiosos. Un gran conflicto en su mente. La generación de los conflictos. Jóvenes y adultos que quieren encontrarse y se pierden en un mundo de tanta información. Son tantas voces resonando en el espacio, son tantas “soluciones” para calmar la conciencia que el llamado de Dios para salvar se tranca en el medio de tantas propuestas de vida y salvación. No hubo un tiempo en las últimas décadas, en que la humanidad haya buscado tanto en lo sobrenatural la solución para sus crisis como en este tiempo en que vivimos.
            Sin duda, nunca hubo un tiempo en que la voz de Dios necesitó ser más escuchada que el tiempo en que vivimos. Como en el tiempo de Juan el Bautista, el mensaje no necesita ser algo que acaricie el ego del ser humano. Él necesita conducir a la verdad como realmente es en Jesús. Es el Jesús levantado de la tierra que atrae a las personas, levantado como una fuerza que destruye el pecado, y levantado como el poder de Dios para salvación de todo aquel que en Él cree.
            Hay necesidad de pedir a Dios sabiduría para sintonizarnos en la frecuencia correcta de su llamado y poder testificar de tal manera que las personas se conviertan. El Señor siempre llamó a jóvenes para que realicen grandes cosas en los momentos más importantes de Su obra sobre la tierra. Para esos últimos días él prometió una porción especial de su Espíritu a los jóvenes pues ellos “tendrán visiones” – Joel 2:28. Serán los profetas de Dios, con un mensaje diferente y poderoso. Para el principio del movimiento adventista, Dios llamó a los jóvenes, y en el último arranque, los jóvenes tendrán una misión especial.
            “Ellos son fuertes y han vencido el maligno” – I Juan 2:14. El mismo Juan, en Apocalipsis 12:11 afirma que “ellos, pues, lo vencieron por causa de la sangre del cordero (salvación) y por causa de la palabra del testimonio que dieron (servicio), y aún delante de la muerte, no amaron la propia vida”.

CONCLUSIÓN

            Así como en el tiempo de Juan, hoy, nosotros “Somos Su Voz”. No hay poder en nosotros mismos, pero como vehículos de la Palabra de Dios, tendremos un poder especial. El Espíritu de Dios nos será dado para que realicemos la tarea de conducir a hombres y mujeres a los pies de Cristo.
            No hablaremos nuestras propias palabras, seremos instrumentos. No iluminaremos con nuestra propia luz, resplandeceremos la luz de Dios para todos aquellos que necesitan de salvación.

LLAMADO

            Hoy, Dios nos invita a que seamos su voz. Nos invita a ir a cada extremo de esa tierra y sacar de las garras del maligno a los hijos de Dios que aun no están sintiendo la alegría de la salvación. Necesitamos ser su voz.
            Contesta ahora: “Señor, heme aquí, envíame a mi. ¡Yo quiero ser tu voz!” Ora ahora al Señor y presenta a él tu decisión.


Pr. W. Gabriel Quispe
Ministerio Joven
Asociación del Lago Indianápolis USA

1 comentario:

Noemi dijo...

Bendiciones, les visito de El Salvador, desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
MI TESTIMONIO PARA LA GLORIA DE DIOS